La Resurrección y Más Allá

ofrece la miel saludable y dulce para comer, de la mano de la abeja con su aguijón; somos vestidos con la ropa más delicada y suave por medio de un insecto que no tiene manos; y dentro de una semilla pequeña se preserva un gran tesoro de generosidad para nosotros. Es obvio que todo esto es el efecto de la más bella generosidad, un sentido de la más delicada misericordia.

Entonces, también, el hecho que, a excepción del ser humano y ciertos animales salvajes, todas las cosas, desde el sol, la luna y la tierra hasta los seres más pequeños, realizan sus funciones con suma exactitud, no sobrepasan sus límites ni por un centímetro, y observan una obediencia universal con un espíritu de gran sobrecogimiento; esto demuestra que actúan por la orden de un Poseedor de gran gloria y dignidad. También es obvio que la manera en que todas las madres en el reino vegetal, animal y humano, socorren a sus crías incapaces y débiles con el delicado alimento de leche y  compasión tierna, es una manifestación de la suprema misericordia de Allah[1].

Ya que el maestro de este mundo tiene entonces semejante generosidad , misericordia, esplendor y gloria, demuestra que Su infinita gloria y esplendor requiere el castigo de los descorteses; que Su infinita generosidad requiere infinita munificencia, y Su infinita misericordia requiere un otorgamiento de favor merecedor de sí mismo. Ahora, en este mundo transitorio y una vida breve, sólo una millonésima parte de todo esto, como una gota del océano, se establece y manifiesta a sí misma. Debe haber, en consecuencia, un reino de bendición apropiado a esa generosidad y merecedor de esa misericordia. Si no, uno debería negar la existencia de la misericordia que es visible a nosotros, y esto sería como negar la existencia del sol que llena cada día con su luz. Porque la muerte irrevocable transformaría la compasión en desastre, el amor en aflicción, la bendición en venganza, el intelecto en una herramienta de miseria, y el placer en dolor, para que la propia esencia de la misericordia de Allah se desvanezca.

Además, debe haber un reino de castigo apropiado a la gloria y dignidad de Allah. Porque generalmente el opresor abandona este mundo mientras todavía posee su poder, y el oprimido mientras todavía está subyugado a la humillación. En consecuencia, estos asuntos se difieren para la atención de un tribunal supremo; no es que se desatiendan. También sucede a veces que se promulga el castigo en este mundo. Los tormentos que sufrieron los desobedientes y los rebeldes de los siglos pasados demuestran que el ser humano no es abandonado a sus propios medios, y que está siempre sujeto a los golpes de su esfuerzo y de la majestuosidad de Allah.

¿Es acaso posible que el ser humano tuviera la tarea más importante de toda la creación y estuviera dotado de las capacidades más importantes; que el Sustentador del ser humano se diera a conocer con todas Sus obras bien ordenadas, y que el ser humano entonces fallara en reconocerlo a cambio por medio de la adoración; o que Allah Se hiciera amar por los seres humanos a través de las numerosas frutas adornadas de Su misericordia, y que el ser humano entonces fallara en hacerse a sí mismo amado de Allah a través de la adoración; o que Allah demostrara Su amor y misericordia al ser humano a través de Sus bendiciones multicolores y que el ser humano entonces fallara al respetarlo con agradecimiento y alabanzas; es acaso posible que el ser humano permaneciera sin castigo, librado a sus propios medios, o que ese poderoso Poseedor de esplendor y gloria no preparara un reino de retribución para él?

[1] El hecho de que un león hambriento prefiera a su cría a sí mismo, y les de un pedazo de carne que él hubiera comido; que el conejo cobarde ataque a un león para proteger a su cría; que el árbol de higo se satisfaga con barro mientras que le da leche pura a su cría, la fruta; esto demuestra a todos los que no son ciegos que ellos actúan bajo las órdenes de un Ser infinitamente misericordioso, generoso y solícito. Nuevamente, el hecho de que incluso las plantas inconscientes y las bestias funcionen  de las formas más sabias y más conscientes, demuestra irrefutablemente que Alguien Omnisapiente y Omnisciente los ha puesto a trabajar y que ellos actúan en Su nombre.

¿Es acaso posible, por otra parte, que Él no preparara un reino de recompensa y dicha eterna para aquellos creyentes que responden a que el Misericordioso y Compasivo se de a conocer al reconocerlo con fe; al que Él Mismo se haga amado al amarlo con adoración; y a Su misericordia al ofrecer agradecimiento y veneración?

TERCERA VERDAD 

La Puerta de la Sabiduría y Justicia, la Manifestación de los Nombres de Sabio y Justo

¿Es acaso posible[1] que el Señor Glorioso, Que demuestra Su soberanía dominante en la sabiduría y el orden, la justicia y equilibrio que dominan a todas las cosas, desde el átomo hasta el sol, no otorgara Su favor a aquellos creyentes que busquen refugio debajo del ala protectora de Su dominación, quienes creen en Su Sabiduría y Justicia, y cuyos actos son por el propósito de adorarlo?

Nuevamente, ¿es posible que Él no castigue a aquellos seres humanos rudos y descorteses que descreen de Su sabiduría y justicia, y que se rebelan contra Él con insolencia? Ahora ni siquiera la milésima parte de esa sabiduría y justicia se ejercita con respecto al ser humano, en este mundo transitorio; es decir, se difiere. La mayoría de los desviados dejan este mundo sin ser castigados, y la mayoría de los creyentes parten de él sin ser recompensados. Todas las cosas, entonces, se posponen para el tribunal supremo, una dicha final.

Sí, es evidente que el Ser Que controla este mundo lo hace según una sabiduría infinita. ¿Necesitas una prueba? Es la preservación de interés y el beneficio de todas las cosas. ¿No ves que los numerosos y sabios beneficios son intencionados en todos los miembros, huesos y venas del ser humano, incluso en las células de su cerebro y en cada partícula de su cuerpo? ¿No ves que de ciertos miembros tienen beneficios sabios tan numerosos como los frutos de un árbol? Todo esto demuestra que los asuntos se hacen de acuerdo con una sabiduría infinita. La existencia de una suma regularidad en la creación de todas las cosas es una prueba de la misma verdad.

[1] La pregunta “¿es acaso posible?” por cierto se repite muchas veces, porque expresa un misterio muy significativo. El desvío y la falta de fe generalmente surgen del hábito de imaginar que las cosas son imposibles, muy lejanas del reino de la razón, y en consecuencia se las niega. Ahora, en esta discusión sobre la resurrección se ha demostrado decisivamente que la verdadera imposibilidad, el absurdo, la irracionalidad y la dificuldad pertenecen al sendero de la incredulidad y al camino del desvío, mientras que la verdadera posibilidad, facilidad y racionalidad son características del sendero de la fe y de la carretera del Islam.

La compresión del programa exacto del desarrollo de una bella flor en una minúscula semilla, la inscripción en una pequeña semilla con la pluma del destino del rollo de obras de un árbol, su historia de vida y su lista de equipamiento, demuestra que una pluma de suma sabiduría está en funcionamiento.

La existencia de un grado elevado de arte delicado en la creación de todas las cosas prueba que existe también la impresión de un Creador infinitamente Sabio. Además, la inclusión adentro del diminuto cuerpo del ser humano de un índice de todos los seres, de las llaves de todos los tesoros de misericordia, y de los espejos de todos los Nombres Divinos, demuestra la existencia de sabiduría dentro de ese arte infinitamente delicado. Ahora, ¿es acaso posible que la sabiduría que así impregna a las obras de dominación no deseara eternamente favorecer a aquellos que buscan refugio debajo del ala protectora de la dominación y los que ofrecen obediencia con fe?

¿Deseas una prueba que todas las cosas se hacen con justicia y equilibrio? El hecho de que todas las cosas están dotadas de un ser, que se les da forma y se las ubica en un lugar apropiado de acuerdo con el equilibrio preciso y en su justa medida, demuestra que todos los asuntos se hacen con infinita justicia y equilibrio.

De igual modo, el hecho de que a todas las cosas se les da sus derechos a su manera, y que reciban todas las necesidades de sus seres,  todos los requisitos para la vida de la manera más adecuada; esto también es el signo que deja una mano de infinita justicia.

Nuevamente, el hecho de que se le de una respuesta a cada petición y pedido realizado a través de la lengua de las habilidades, por la impotencia y por necesidad natural, demuestra la existencia de una justicia y una sabiduría infinitas.

Ahora, ¿es acaso posible que la justicia y la sabiduría de Allah que se apresuran en aliviar la menor necesidad  del ser más pequeño de la creación fallaran en proveer inmortalidad, la mayor necesidad del ser humano, el ser más grande; que fallaran en responder a su gran petición  y reclamo de ayuda; o que no preservaran lo elevado de su dominación sin preservar los derechos de Sus siervos? El ser humano, cuya vida es tan breve, no puede experimentar la verdadera esencia de justicia en este mundo transitorio; es por esta razón que los asuntos se posponen para un tribunal supremo. Porque la justicia verdadera requiere que el ser humano, este ser aparentemente insignificante, deba ser recompensado o castigado, no de acuerdo con su insignificancia sino con la magnitud de sus crímenes, la importancia de su naturaleza y la grandeza de sus deberes. Ya que este mundo pasajero y transitorio está lejos de manifestar semejante sabiduría y justicia por el ser humano, que es creado para la eternidad, necesariamente habrá un Infierno eterno y un Paraíso duradero de ese Justo y Formidable Poseedor de Belleza, ese Sabio y Bello Poseedor de Sobrecogimiento.

CUARTA VERDAD 

La Puerta de la Generosidad y Belleza, la Manifestación de los Nombres de Generoso y Bello 

¿Es acaso posible que la generosidad y la munificencia infinitas, las riquezas inagotables, los tesoros inacabables, la belleza sin igual y eterna, la perfección sin fallas y duradera, no requiera de la existencia de suplicantes agradecidos, espectadores anhelantes y observadores atónitos, todos destinados a permanecer una eternidad en una morada de dicha, un lugar de reposo? Sí, adornando la faz del mundo con todos estos objetos de belleza, creando la luna y el sol como sus lámparas, llenado la superficie de la tierra con las variedades de sustento y así haciéndolo un banquete de bendiciones, convirtiendo a los árboles frutales en tantos platos, y renovándolos varias veces en cada estación del año; todo esto demuestra la existencia de una generosidad y munificencia infinitas.

Semejante munificencia y generosidad inacabables, semejantes tesoros de misericordia inagotables, requieren de la existencia de una morada de reposo, un lugar de dicha, que es eterna y contiene todos los objetos deseables dentro de él.

También requieren que aquellos que disfrutan tal dicha permanezcan en esa morada de reposo eternamente, sin sufrir el dolor del cese y de la separación. Porque tal como el cese de dolor es una forma de placer, así también el cese de placer es una forma de dolor, uno que tan infinita generosidad no está dispuesta a tolerar. Entonces requiere de la existencia de un paraíso eterno y de suplicantes para permanecer en él eternamente.

La generosidad infinita y la munificencia desean otorgar infinitas bendiciones e infinita amabilidad. El otorgamiento de infinitas bendiciones e infinita amabilidad requiere a su vez infinita gratitud. Esto necesita de la existencia perpetua de aquellos que reciben todas las bondades y constantes bendiciones. Un disfrute insignificante, amargado por el cese, y que dura sólo por un breve periodo de tiempo, no es compatible con los requisitos de la generosidad y munificencia.

Observa también las diferentes regiones del mundo, cada una como una exhibición donde se exponen las artesanías de Allah. Presta atención a las proclamas de la dominación en manos de todas las plantas y animales sobre la faz de la tierra[1] y escucha a los profetas y a los evliyas, los heraldos de las bellezas Divinas. Ellos unánimemente demuestran las perfecciones sin fallas del Creador Glorioso al demostrar Sus artes milagrosas, y así invitan a las miradas de los seres humanos.

El Creador de este mundo tiene, entonces, perfecciones muy importantes, sorprendentes y secretas. Es esto lo que Él desea demostrar por medio de Sus artes milagrosas. Porque la perfección secreta y sin fallas desea manifestarse ante aquellos que lo apreciarán, admirarán y lo observarán maravillados diciendo ¡Ma’shallah!. La perfección eterna requiere de la eterna manifestación. Semejante manifestación eterna a su vez requiere de la existencia perpetua de aquellos que la aprecian y la admiran. El valor de la perfección siempre se hundirá en la mirada de su admirador si éste carece de existencia perpetua[1]. Nuevamente, los seres bellos, artísticos, brillantes y adornados que cubren la faz de la tierra, dan testimonio de la justicia de una belleza sin igual y trascendente, e indican los encantos sutiles de una hermosura inigualable y oculta, tal como la luz atestigua el sol[2]. Cada manifestación de esa belleza sagrada y trascendente indica la existencia de incontables tesoros ocultos en cada uno de los Nombres de Allah. Ahora, una belleza tan exaltada, inigualable y oculta, tal como desea ver su propia belleza en un espejo y contemplar los niveles de su belleza en un reflejo animado y anhelante, así también desea volverse manifiesta, para mirar su propia belleza a través de los ojos de los demás. Es decir, desea ver a su propia belleza de dos maneras; primero, al contemplarse a sí misma en espejos de variados colores; y segundo, a través de la mirada de los testigos anhelantes hacia ella misma, de perplejos admiradores de su belleza.

[1] Existe un hecho proverbial relacionado con este punto. Una belleza celebrada una vez hizo echar de su presencia a un hombre común que se había encaprichado con ella. Para consolarse a sí mismo, él dijo: “¡Qué fea que es!”, y así negó su belleza. Una vez un oso se paró debajo de una parra, y deseó comer las uvas. Pero no podía llegar hasta las uvas ni treparse por la parra. Entonces se dijo a sí mismo, para consolarse de alguna manera, “las uvas deben estar rancias”, y gruñendo siguió su camino.

[2] A pesar de que todos los seres que actúan como espejos de la belleza de Allah constantemente se desvanecen y desaparecen, aquellos que los suceden demuestran y manifiestan en sus formas y características la misma belleza y justicia. Esto demuestra que la belleza en cuestión no pertenece a ellas; las instancias visibles de belleza son más bien los signos e indicaciones de una belleza trascendente y sagrada.

[1] La existencia de una flor sabiamente diseñada y brillantemente adornada, una fruta muy artísticamente concebida y enjoyada sobre una ramita tan delgada como un cable, fijada a un árbol seco como un hueso; esto sin duda es una proclama a todos los seres vivos sobre las artes delicadas producidas por un creador muy habilidoso, sabio y milagroso. Esto es válido no sólo para el reino vegetal sino también para el reino animal.

En breve, la belleza y la justicia desean ver y ser vistas. Ambas requieren de la existencia de testigos anhelantes y admiradores perplejos. Y ya que la belleza y la justicia son eternas y perdurables, sus testigos y admiradores deben tener una vida perpetua. Una belleza eterna no puede nunca estar satisfecha con admiradores transitorios. Un admirador condenado a la separación irreversible descubrirá que su amor se convertirá en enemistad una vez que él conciba la separación. Su admiración cederá ante el ridículo, su respeto ante el desprecio. Porque tal como un hombre obstinado es un enemigo de lo que él desconoce, así también se opone a todo lo que yace más allá de su alcance, y el amor que no es infinito responderá a una belleza que merece la admiración interminable con enemistad implícita, odio y rechazo. De esto entendemos la profunda razón de la enemistad con Allah de los incrédulos.

Entonces la generosidad y la munificencia interminables, la justicia y la belleza inigualables, la perfección sin fallas; todo requiere de la existencia de suplicantes y admiradores eternamente agradecidos y anhelantes. Pero vemos en este hospedaje del mundo que todos dejan rápidamente y se desvanecen, habiendo sólo probado esa generosidad, suficiente para estimular su apetito pero no para saciarlo, y habiendo visto sólo una luz tenue de la perfección, o más bien una sombra débil de su luz, sin que de ninguna manera queden completamente satisfechos. Por consiguiente, que los seres humanos vayan a un lugar de felicidad eterna donde todo les sea otorgado en completa medida.

[1] Existe un hecho proverbial relacionado con este punto. Una belleza celebrada una vez hizo echar de su presencia a un hombre común que se había encaprichado con ella. Para consolarse a sí mismo, él dijo: “¡Qué fea que es!”, y así negó su belleza. Una vez un oso se paró debajo de una parra, y deseó comer las uvas. Pero no podía llegar hasta las uvas ni treparse por la parra. Entonces se dijo a sí mismo, para consolarse de alguna manera, “las uvas deben estar rancias”, y gruñendo siguió su camino.

[1] A pesar de que todos los seres que actúan como espejos de la belleza de Allah constantemente se desvanecen y desaparecen, aquellos que los suceden demuestran y manifiestan en sus formas y características la misma belleza y justicia. Esto demuestra que la belleza en cuestión no pertenece a ellas; las instancias visibles de belleza son más bien los signos e indicaciones de una belleza trascendente y sagrada.