CARTA VEINTIOCHO

La Tercera Parte, que es el Tercer Asunto

[Este Asunto es una respuesta privada y particular a una pregunta general que me hizo la mayoría de mis hermanos a través de sus estados y algunos de ellos verbalmente.]
Pregunta: Tú les dices a todos quienes te visitan: “No esperen ninguna intervención sagrada de mi parte y no piensen en mi persona como bendita. No tengo ningún rango espiritual. Como un soldado común puede transmitir las órdenes que proceden del rango de mariscal de campo, yo transmito las órdenes de lo que es en efecto el rango de mariscal de campo. Y como una bancarrota puede proclamar los diamantes preciosos de una joyería, yo anuncio las mercaderías de un negocio Coránico sagrado”. Sin embargo, nuestros corazones necesitan una refulgencia de la misma manera que nuestras mentes necesitan conocimiento y nuestros espíritus necesitan una luz, y así sucesivamente; queremos muchas cosas en muchos sentidos. Lo visitamos creyendo que usted es una persona que cubrirá nuestras necesidades. Lo que necesitamos es un evliya, alguien con influencia de la cercanía de Allah, alguien de logros espirituales, más que un académico. Si el asunto es realmente como usted dice, entonces ¿tal vez estuvimos equivocados en visitarlo? Preguntan esto a través de sus estados.
La Respuesta: Escuchen los siguientes Cinco Puntos, luego piensen en ellos y juzguen si vuestras visitas no tienen sentido o son beneficiosas.
Primer Punto: El siervo común y el soldado desdichado de un rey les dan a algunos generales regalos reales y decoraciones en nombre del rey y los hace agradecidos. Si los generales dicen: “¿Por qué nos rebajamos ante este soldado común y aceptamos estos regalos y otorgamientos de él?”, sería una tontería arrogante. El soldado también, si, fuera de su deber, no se para frente al mariscal de campo ni lo reconoce como su superior, sería una locura estúpida. Si uno de los generales agradecidos se dignara a visitar la morada humilde del soldado, el rey, que ve y sabe de la situación, enviará platos de la cocina real para el invitado eminente de su siervo leal, para que el soldado no se avergüence por no tener nada que ofrecer más que pan seco.
Similarmente, sin importar qué humilde sea, un siervo leal del Sabio Corán transmite sus órdenes sin dudarlo y en su nombre a incluso la gente más elevada. Con orgullo e independencia, sin rebajarse ni rogar, vende los diamantes preciosos del Corán a quienes son ricos de espíritu. Sin importar lo elevado que sean, no pueden ser arrogantes hacia el siervo común mientras está llevando a cabo su deber. Si recurrieran a él, el siervo tampoco puede hacerlo una fuente de orgullo ni pasarse de la raya. Si algunos de los clientes del tesoro sagrado consideran al siervo desdichado como un evliya y lo consideran exaltado, por cierto es la marca de la sagrada compasión de la verdad Coránica para enviarles ayuda, socorro y refulgencia de la tesorería Divina sin que el siervo sea conciente de esto o tenga intervención alguna para que no se avergüence.
Segundo Punto: El Imám Rabbani, el Regenerador del Segundo Milenio, Ahmad Faruqi (que Allah esté complacido con él), dijo: “En mi opinión, la revelación y la aclaración de una sola de las verdades de la fe es preferible a miles de iluminaciones e keramets. Además, el objetivo y resultado de todos los caminos sufíes son revelar y aclarar las verdades de la fe”. Ya que un héroe del sufismo como el Imám Rabbani hizo tal pronunciamiento, seguramente Risale-i Nur, que exponen las verdades de la fe con perfecta claridad y proceden de los misterios del Corán, pueden transmitir los resultados buscados de la cercanía de Allah.
Tercer Punto: Hace once años, descendieron terribles golpes sobre la cabeza negligente del Viejo Said y reflexionó sobre la afirmación de que ‘la Muerte es una realidad’. Se vio a sí mismo en un pantano enlodado. Buscó ayuda, buscó un camino, intentó encontrar un salvador. Vio que los caminos eran muchos; dudó. Tomó un presagio del libro Futuh al-Ghayb de Gawth al-A’zam, el Sheik Gilani (que Allah esté complacido con él). Se abrió en estas líneas:اَنْتَ فِى دَارِ الْحِكْمَةِ فَاطْلُبْ طَبِيبًا يُدَاوِى قَلْبَكَ Es extraño, pero en ese momento yo era miembro del Darü’l-Hikmeti’l-Islamiye. Fue como si yo fuera un doctor intentando curar las heridas de los musulmanes, pero yo estaba más enfermo que ellos. Una persona enferma debe mirarse a sí mismo primero, luego puede mirar a los otros.
Así, el Sheik me estaba diciendo: “Tú estás enfermo; encuentra un doctor para ti mismo”. Entonces dije: “¡Tú sé mi doctor!” Lo tomé como mi doctor y leí el libro como si estuviera dirigido a mí, pero era muy severo. Aplastó mi orgullo de la manera más temible. Llevó a cabo la cirugía más drástica sobre mi alma. No lo soporté. Leí la mitad del libro como si estuviera dirigido a mí, pero no tuve la fuerza ni la tolerancia para terminarlo. Puse el libro de regreso en el estante. Luego, un tiempo después, el dolor de esa operación curativa mermó y el placer tomó su lugar. Lo leí todo; me beneficié mucho de ese libro de mi primer maestro. Escuché sus oraciones y súplicas y saqué provecho de ellas en abundancia.
Luego vi el libro Cartas (Maktubat) del Imám Rabbani y lo tomé en mis manos. Lo abrí con una intención sincera de tomar un presagio. Es extraño, pero en todo el libro, la palabra Bediüzzaman aparece sólo dos veces. Y esas dos cartas se abrieron ante mí inmediatamente. Vi que en el encabezamiento estaba escrito: Carta a Mirza Bediüzzaman y el nombre de mi padre era Mirza. ¡Glorificado sea Allah! Exclamé, estas cartas están dirigidas a mí. En ese momento, el Viejo Said también era conocido como Bediüzzaman. Además de Bediüzzaman Hamadani, no conocía a nadie más en los trescientos años del calendario Islámico que fuera famoso por el nombre. Mientras que en la época del Imám había una persona así y le escribió estas dos cartas. El estado de esta persona debe haber sido similar a la mía, ya que encontré estas cartas como la cura para mi enfermedad. Solamente el Imám recomendaba persistentemente en muchas de sus cartas que lo que escribió en estas dos, que era: “Haz de tu qibla una sola”. Es decir, toma una persona como tu maestro y síguelo; no te involucres con nadie más.
Esta recomendación tan importante no parecía apropiada para mi capacidad ni para mi estado espiritual. Sin importar cuánto pensara: “¿Debería seguir a este, o a ese o ese otro?”, permanecía en un estado de perplejidad. Cada uno tenía características diferentes que me llamaban, una sola no era suficiente para mí. Mientras estaba así perplejo, se le impartió a mi corazón por la misericordia de Allah que “la cabeza de estos diversos caminos y la fuente de estas vertientes y el sol de estos planetas es el Sabio Corán; la verdadera y única qibla se encuentra en él. En cuyo caso, también es la guía más elevada y el maestro más sagrado”. Me aferré a él. Por supuesto con mis habilidades deficientes y desdichadas no pude recibir ni absorber merecidamente la refulgencia, que es como el agua de vida, de esa verdadera guía como era su deber, pero aún así, a través de él, podemos mostrar esa refulgencia, esa agua de vida, según el nivel de quienes lo reciben; quienes perciben la verdad a través de sus corazones y alcanzan ciertos estados espirituales. Es decir, Risale-i Nur y aquellas luces, que preceden del Corán, no son sólo asuntos académicos que pertenecen al intelecto, sino más bien son asuntos de fe que pertenecen al corazón, al espíritu y a los estados espirituales. Son conocimientos más elevado y valioso de Allah.
Cuarto Punto: Todas las facultades sutiles internas de los Compañeros y de las dos generaciones siguientes que tenían el nivel más alto de la “cercanía de Allah más grande” recibieron su parte del Corán mismo, y para ellos, el Corán fue una verdadera guía y fue suficiente para ellos. Esto muestra que tal como el Sabio Corán establece las realidades, así también emana la refulgencia de la “cercanía de Allah más grande” para quienes son capaces de recibirla.
Sí, hay dos caminos para pasar de lo aparente a lo real:
Uno es entrar al reino intermedio del sufismo y alcanzar la realidad al atravesar los niveles a través del viaje espiritual.
El Segundo Camino es, a través del favor Divino, pasar directamente a la realidad sin entrar al reino intermedio del camino sufí. Este es el camino elevado y corto particular de los Compañeros y de quienes los sucedieron.
Es decir, las luces que emanan de las verdades del Corán y de Risale-i Nur, que interpretan aquellas luces, pueden tener esas características y en verdad las tienen.
Quinto Punto: Demostraremos a través de cinco pequeños ejemplos que Risale-i Nur enseña las verdades y también realiza la función de guía.
Primer Ejemplo: Yo mismo me he convencido a través de la experiencia de que, no diez ni cien, sino miles de veces, tal como las luces que proceden de Risale-i Nur y del Corán dan instrucción a mi mente, así también inducen el estado de fe a mi corazón y el placer de la fe en mi espíritu y así sucesivamente. Incluso en asuntos que pertenecen a este mundo – de la misma manera en que el seguidor de un Sheik que tiene keramets espera de él su ayuda y su benevolencia para responder a sus necesidades – mientras esperaba la respuesta de mis necesidades de los misterios maravillosos del Sabio Corán, lo he logrado en muchas ocasiones de maneras que no había esperado. Los siguientes son sólo dos ejemplos menores:
El Primero: Como se describe en detalle en la Carta Dieciséis, una gran pieza de pan se mostró de manera extraordinaria a un invitado mío llamado Süleyman sobre la punta de un cedro. Durante dos días, ambos nos alimentamos de ese regalo de lo Oculto.
El Segundo Ejemplo: Recordaré un incidente muy insignificante pero sutil que ocurrió recientemente. Fue así:
Antes del amanecer, me vino el pensamiento de que algunas cosas que se habían dicho sobre mí de una manera tal, que arrojaría sospechas en el corazón de alguien. Me dije: ¡Si tan sólo hubiera visto a la persona y hubiera disipado esa inquietud de su corazón! En ese momento, necesité parte de uno de mis libros que se había enviado a Nis y me dije: ¡Si tan sólo me lo hubieran devuelto! Luego, después de la oración de la mañana, me senté y miré: la misma persona entró a la habitación sosteniendo esa parte del libro en sus manos. Le dije: “¿Qué es lo que tienes en tu mano?” Respondió: “No lo sé. Alguien me lo dio en mi puerta y me dijo que había venido de Nis; entonces se lo traje a usted”. ¡Glorificado sea Allah! Dije, que este hombre venga de su casa en este momento del día y que esta parte de Palabras llegue de Nis no parece casual. Y pensando: seguramente fue la benevolencia de la cercanía de Allah del Sabio Corán que le dio a un hombre como este una hoja de papel como esa en el mismo momento y lo envió a mí, exclamé: ¡Alabado sea Allah! Quien conoce el deseo más pequeño, más secreto y más significativo de mi corazón, por cierto será compasivo conmigo y me protegerá; en cuyo caso, no siento ningún tipo de obligación hacia el mundo.
Segundo Ejemplo: Mi sobrino, el difunto Abdurrahman, tenía una opinión mucho más elevada de mi personalidad que lo que me corresponde, a pesar de haber partido hace ocho años y de haber sido contaminado por la negligencia y las preocupaciones del mundo. Quiso ayuda de mí que yo no tenía y no pude darle. Pero la benevolencia sagrada del Sabio Corán vino en su ayuda: la Palabra Diez sobre la resurrección de los muertos llegó a sus manos tres meses antes de su muerte. Esa Palabra lo limpió de su suciedad espiritual y de las dudas y de la negligencia y simplemente como si se hubiera elevado al nivel de evliya, mostró tres keramets claros en la carta que escribió antes de morir. Está incluida entre las partes de la Carta Veintisiete y se puede referir a ella.
Tercer Ejemplo: Tuve un hermano del Más Allá y alumno, que fue uno de los que se acercaron a la realidad con sus corazones, llamado Hasan Efendi de Burdur. Tenía una opinión excesivamente buena sobre mí, mucho más grande de lo que me correspondía, y esperaba ayuda de ese desafortunado como si esperara la benevolencia de un gran evliya. De repente, de manera completamente desconectada, le di a estudiar la Palabra Treinta y Dos a alguien que vivía en un pueblo de Burdur. Más tarde recordé a Hasan Efendi y dije: “Si vas a Burdur, dásela a Hasan Efendi y que lo lea por cinco o seis días”. El hombre fue y se lo dio directamente a Hasan Efendi. Quedaban treinta o cuarenta días para su muerte. Como un hombre atacado de una terrible sed que se arroja sobre el agua dulce como Kawzar que encuentra de repente, se arroja sobre la Palabra Treinta y Dos, estudiándola constantemente y recibiendo su refulgencia, en especial la discusión del amor de Allah en el Tercer Lugar de Parada, hasta que se curó por completo de su enfermedad. Encontró en ella la refulgencia que hubiera esperado un evliya de polo espiritual más grande. Fue a la mezquita con buena salud, realizó la oración y allí le entregó su espíritu al Más Misericordioso. Que Allah se apiade de su alma.
Cuarto Ejemplo: Como lo atestigua las partes de Hulûsi Bey de la Carta Veintisiete, encontró en Risale-i Nur llena de luz, que interpreta los misterios del Corán, la ayuda y el socorro, la refulgencia y la luz más grande que en el camino Naqshi, que es la orden sufí más importante y de influencia.
Quinto Ejemplo: Mi hermano Abdülmecid sufrió terriblemente por la muerte de Abdurrahman (que Allah se apiade de él) y por otros eventos dolorosos. Él también esperaba de mí ayuda y benevolencia espiritual que yo no podía dar. No mantenía correspondencia con él. De repente le envié algunas de las Palabras importantes. Después de estudiarlas, me escribió y me dijo: “¡Alabado sea Allah, he sido salvado! Me hubiera vuelto loco. Cada una de esas Palabras se volvió como una guía espiritual para mí. Había partido de una guía, pero de repente encontré muchos guías inmediatamente y fui salvado”. Me di cuenta de que verdaderamente Abdülmecid se había embarcado en un buen camino y se había salvado de sus estados anteriores.
Hay muchos otros ejemplos como estos cinco que muestran que si las ciencias de la fe se experimentan directamente como curas provenientes de los misterios del Sabio Corán como consecuencia de una necesidad y como sanación para las heridas, esas ciencias de la fe y curas espirituales son suficientes para quienes sienten su necesidad y las utilizan con sinceridad seria. Sea cual fuere el farmacéutico y el heraldo es como quien vende y los anuncia – ya sea común y corriente, o esté en bancarrota, o sea rico, o sea una persona de rango o un siervo – no hace mucha diferencia.
Sí, no hay necesidad de recurrir a la luz de las velas mientras brilla el sol. Ya que estoy mostrando el sol, no tiene sentido y es innecesario buscar la luz de las velas de mí, en especial si no la tengo. Otros más bien deberían ayudarme con oraciones, ayuda espiritual e incluso benevolencia sagrada. Es mi derecho buscar ayuda de ellos, mientras que el derecho que les incumbe a ellos es estar conformes con la refulgencia que reciben de Risale-i Nur.

سُبْحَانَكَ لاَ عِلْمَ لَنَا اِلاَّ مَا عَلَّمْتَنَا اِنَّكَ اَنْتَ الْعَلِيمُ الْحَكِيمُ
اَللّٰهُمَّ صَلِّ عَلَى سَيِّدِنَا مُحَمَّدٍ صَلاَةً تَكُونُ لَكَ رِضَاءً وَلِحَقِّهِ اَدَاءً وَعَلَى آلِهِ وَ صَحْبِهِ وَ سَلِّمْ

[Una carta corta y privada que se puede agregar como complemento del Tercer Asunto de la Carta Veintiocho.]
¡Mis Hermanos del Más Allá y Alumnos Trabajadores, Husrev Efendi y Re’fet Bey!
Percibimos tres keramets Coránicos en las luces del Corán conocidos como Risale-i Nur. Ahora, a través de vuestro esfuerzo y entusiasmo, han provocado que se agregue un cuarto. Los tres que conocemos son estos:
ElPrimero es la extraordinaria facilidad y velocidad de la composición. La Carta Diecinueve, que tiene cuartas partes, se escribió en dos o tres días trabajando tres o cuatro horas por día sumando un total de doce horas, sin ningún libro, en las montañas y huertos. La Palabra Treinta se escribió en cinco o seis horas en una época de enfermedad. La Palabra Veintiocho, la discusión sobre el Paraíso, se escribió en una o dos horas en el jardín de Süleyman en el valle. Tevfik, Süleyman y yo nos sorprendimos mucho por esta velocidad. Y así sucesivamente. Y tal existe, está el keramet del Corán en su composición…
ElSegundo, …así también en el hecho de haber sido escritas y copiadas existe una facilidad extraordinaria, un entusiasmo y una falta de aburrimiento. Una parte de Risale-i Nur aparece y, de repente, a pesar de que hay muchas cosas que en este momento provocan cansancio a la mente y al espíritu, la gente en muchos lugares comienza a escribirlo con absoluto entusiasmo. Prefieren eso a cualquier otra cosa a pesar de otras ocupaciones importantes. Y así sucesivamente.
El Tercer Keramet Coránico: Su lectura tampoco provoca aburrimiento. En especial cuando se siente la necesidad; cuanto más se lee, más placer se recibe sin provocar ningún tipo de cansancio.
Ahora ustedes también han demostrado un Cuarto Keramet Coránico. Un hermano como Husrev, que él se llama holgazán a sí mismo y a pesar de haber escuchado sobre la colección Risale-i Nur durante cinco años no comenzó a escribirla por pereza seria, que en un mes haya escrito catorce libros bella y cuidadosamente es, sin dudas el cuarto keramet de los misterios del Corán. El valor de las Treinta y Tres Ventanas en particular, la Carta Treinta y Tres, fue apreciada perfectamente ya que se escribió bella y cuidadosamente. Sí, es una parte muy poderosa y brillante para obtener el conocimiento de Allah y la fe en Allah. Solamente las primeras Ventanas son muy concisas y abreviadas, pero las subsiguientes gradualmente se revelan y brillan mucho más. Contrariamente a otros escritos, la mayor parte de Risale-i Nur comienza en forma concisa y gradualmente se expande e ilumina.
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