CARTA VEINTISÉIS

Segundo Tema

[Este Tema se escribió en respuesta a la sorpresa expresada por quienes me sirven permanentemente en relación a las contradicciones sorprendentes que ven en mi conducta; y para rectificar las excesivamente buenas opiniones sobre mí de dos de mis alumnos.]
Veo que algunas de las perfecciones que pertenecen propiamente a las verdades del Sabio Corán se atribuyen a los medios que proclaman esas verdades. Y esto es erróneo porque lo sagrado de la fuente demuestra efectos tan poderosos como muchas pruebas; es a través de ellos que hace que todos acepten sus mandamientos. Cada vez que el heraldo o el diputado lo oscurece, es decir, cada vez que se dirige la consideración hacia el heraldo, lo sagrado de la fuente pierde su efectividad. Es por esto que explicaré una verdad a mis hermanos que me demuestran una consideración mayor a la que me corresponde. Es como sigue:
Una persona puede tener numerosas personalidades, las cuales demuestran diferentes cualidades. Por ejemplo, cuando un oficial elevado está en su oficina, tiene una personalidad que requiere dignidad y una postura que preserve lo elevado del cargo. Si es humilde con cada uno de sus visitantes, estará rebajándose y degradará el cargo. Pero su personalidad en su propia casa, contrario a su cargo oficial, requiere que deba ser tan modesto como pueda. Si demuestra dignidad, es arrogancia. Y así sucesivamente. Es decir, una persona tiene una personalidad con respecto a su tarea o trabajo que en muchos aspectos contradice su verdadera personalidad. Si esa persona es verdaderamente merecedora de su tarea y verdaderamente capaz de ello, las dos personalidades están cerca una de la otra. Si no es capaz de ello, por ejemplo, si un soldado raso se pone en el cargo de un mariscal de campo, las dos personalidades están lejos una de la otra; las cualidades individuales, humildes e inferiores del soldado son incompatibles con el carácter elevado y superior requerido por el cargo de mariscal de campo. Y entonces, este desdichado hermano vuestro tiene tres personalidades, que son muy distantes entre sí, verdaderamente muy distantes.
La Primera: Con respecto a ser el heraldo de la tesorería elevada del Sabio Corán, tengo una personalidad temporaria que pertenece solamente al Corán. El carácter extremadamente exaltado requerido por el cargo de heraldo no es mi carácter; no tengo tal carácter. Más bien consiste de las cualidades necesarias de ese cargo y de esa tarea. Todo lo que vean en mí de este tipo de cualidad no es mío, entonces no crean que yo lo tengo; le pertenece al cargo.
La Segunda Personalidad: A través de la gracia de Allah Todopoderoso, se me da una personalidad en el momento de la adoración, cuando giro hacia la Corte Divina; esta personalidad muestra ciertas marcas. Estas marcas surgen de “conocer las faltas de uno, darse cuenta de la pobreza y de la impotencia de uno y buscar refugio con absoluta humildad en la Corte Divina”, que son las bases del significado de la adoración. A través de esta personalidad, me reconozco más desdichado, impotente, pobre y lleno de fallas que cualquier otra persona. Si todo el mundo me alabara y me aplaudiera, no podría hacerme creer que soy bueno o que poseo alguna perfección de cualquier tipo.
La Tercera: Tengo mi verdadera personalidad, es decir, la personalidad degenerada del Viejo Said, es decir, ciertas venas de carácter heredado del Viejo Said. A veces se inclina hacia la hipocresía y desea un rango y fama. También, porque no vengo de una familia noble, se observan características humildes, como mi frugalidad al punto de la tacañería.
¡Hermanos míos! No voy a describir las muchas faltas secretas o malos estados de mi personalidad para no ahuyentarlos definitivamente.
Y entonces, hermanos míos, ya que no soy alguien capaz ni de un cargo elevado, esta personalidad mía está muy lejos del carácter requerido por los deberes de ser un heraldo y de adoración; no muestra sus marcas. También, según la regla de: دَادِ حَقْ رَا قَابِلِيَّتْ شَرْطْ نِيسْتْ Allah Todopoderoso ha demostrado compasivamente Su poder en mí de modo que Él emplea mi personalidad, que es como la del soldado raso más bajo, para servir a los misterios del Corán, que se parece al cargo más exaltado de mariscal de campo. ¡Agradecido sea Allah cien mil veces! El alma maligna es más vil que cualquier otra y la tarea es más elevada que cualquier otra…

اَلْحَمْدُ لِلّٰهِ هذَا مِنْ فَضْلِ رَبِّى

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