PALABRA VEINTINUEVE

 

Primer Objetivo

Creer en los ángeles es un pilar de la fe. Hay cuatro Puntos Fundamentales en este Objetivo.

Primer Punto Fundamental

La perfección de la existencia es a través de la vida. Más bien, la verdadera existencia de la existencia es a través de la vida. La vida es la luz de la existencia y la conciencia es la luz de la vida. La vida es la cima y el fundamento de todo. La vida se apropia de todo para los seres vivos; es como si hiciera que una cosa fuera el dueño de todo. A través de ella, un ser vivo puede decir: “Todas estas cosas me pertenecen. El mundo es mi casa. El universo es mi propiedad, dado a mí por mi dueño”.

Tal como la luz es la causa de que las cosas se vean, y, según algunos, de la existencia de los colores, así también la vida es el revelador de las cosas; es la causa de que se noten sus cualidades. Además, hace que un particular insignificante sea un general y universal, y es la causa de que las cosas universales se concentren en un particular. También es la causa de todas las perfecciones de la existencia, al hacer, por ejemplo, que innumerables cosas cooperen y se unan haciendo de ellas el medio de unidad al estar dotadas de espíritu. La vida es incluso un tipo de manifestación de la unidad Divina en los niveles de multiplicidad, y un espejo que refleja la unicidad Divina.

Considera lo siguiente: un objeto sin vida, incluso si es una gran montaña, es un huérfano, un pobre solitario. Sus únicas relaciones son con el lugar en donde está situado y con las cosas que lo encuentran. Cualquier otra cosa que hay en el cosmos, no existe para la montaña. Porque ella ni siquiera tiene vida con la que podría relacionarse con la vida, ni tiene conciencia con la que podría estar preocupada.

Ahora considera un objeto diminuto como una abeja, por ejemplo. El instante en que la vida entra en ella, establece tal conexión con el universo que es como si concluyera un acuerdo comercial con él, en especial con las flores y plantas de la tierra. Puede decir: “La tierra es mi jardín; es mi casa de comercio”. Así, con los sentidos instintivos inconscientes que la impulsan y estimulan además de los conocidos cinco sentidos, los sentidos internos de los seres vivos; la abeja tiene un sentimiento, una familiaridad y una relación recíproca con la mayoría de las especies del mundo, y están a su disposición.

Si la vida entonces muestra su efecto así en los seres vivos más diminutos, ciertamente cuando se eleva al nivel más alto, el de los seres humanos, se revela y extiende e ilumina tal punto que tanto como un ser humano puede moverse por las habitaciones de su casa con su conciencia y mente, que son la luz de la vida, así también ese ser vivo puede viajar por los mundos más elevados, espirituales y corpóreos con su conciencia y mente. Es decir, tal como ese ser vivo y consciente puede ir espiritualmente como si fuera un huésped a esos mundos, esos mundos también vienen como huéspedes al espejo de su espíritu al reflejarse y representarse allí.

La vida es la prueba más brillante de la unidad del Glorioso, la fuente más grande de Su bendición; es una manifestación muy sutil de Su compasión, y un bordado muy oculto, desconocido e incomparable de Su arte.

La vida es oculta y sutil, porque incluso la vida de las plantas, el nivel más bajo de vida, y el despertar de la fuerza de vida en las semillas, su giro, apertura y crecimiento, que son los primeros pasos de la vida de la planta, han permanecido incomprensibles para la ciencia humana desde la época de Adán en el velo de la costumbre, a pesar de ser tan evidente y familiar, tan omnipresente y común. Su verdadera realidad no se descubrió con la razón del ser humano.

Además, la vida es tan pura y perfecta que en sus dos aspectos, tanto en su faz interna como externa; es pura, traslúcida y transparente. Sin cubrirla con las causas, la mano del poder la toca directamente. Mientras que hace de las causas aparentes un velo, para que sea la fuente de los aspectos insignificantes de las cosas y sus cualidades externas viles, que son inapropiadas para la dignidad del poder.

EN BREVE: Se puede decir que si no hubiera vida, la existencia no sería la existencia; no sería diferente a la inexistencia. La vida es la luz del espíritu, y la conciencia es la luz de la vida. Ya que la vida y la conciencia son tan importantes; y ya que es evidente que hay un orden perfecto absoluto en el universo, una precisión suprema y una armonía muy sabia; y ya que nuestro globo terráqueo desdichado y humilde, nuestra tierra que deambula se ha llenado con incontables cantidades de seres vivos, seres concientes, y seres con espíritus; se puede concluir con certeza decisiva que aquellos palacios celestiales, aquellas constelaciones elevadas también tienen habitantes vivos y conscientes adecuados a ellos. Tal como el pez vive en el agua, así también esos habitantes luminosos están presentes en el fuego del sol. El fuego no quema la luz; por cierto, el fuego ayuda a la luz.

Además, ya que, como se ve claramente, el poder eterno crea innumerables seres vivos, seres con espíritu de las sustancias más comunes y de los elementos más densos. Dándole gran importancia, transmuta la materia densa por medio de la vida en una sustancia sutil; y ya que esparce la luz de vida en todos lados con gran abundancia, y dora la mayoría de las cosas con la luz de la conciencia; con un poder tan impecable y una sabiduría perfecta, el Omnisciente y Todopoderoso por cierto no sería negligente con las otras  materias que fluyen sutiles como la luz y el éter, que están cerca y son adecuadas para el espíritu; Él no los dejaría sin vida, sin conciencia, inanimados. Por cierto, Él crea los seres animados y concientes con una gran cantidad de materia de la luz, de la oscuridad, de la materia del éter e incluso de significados, aire y hasta de palabras. Tal como Él crea numerosas y distintas especies de animales, así también de estas materias torrentosas y sutiles crea numerosos y distintos seres espirituales. Un tipo de ellas son los ángeles, otras son las variedades de seres espirituales y genios. Si deseas ver qué tan cierto, evidente y racional es aceptar la existencia de un gran número de ángeles y de seres espirituales, y cómo lo demuestra el Corán, qué tan contrario a la verdad y a la sabiduría, y qué superstición, aberración, delirio y tontería es no aceptarlos, considera la siguiente comparación.

Hay dos hombres, uno rústico y tosco, el otro civilizado e inteligente, que se hicieron amigos y fueron a una ciudad espléndida como Estambul. En una esquina distante de esa ciudad civilizada y magnífica se encontraron con un edificio sucio, pequeño y desdichado, una fábrica. Vieron que el edificio estaba lleno de trabajadores miserables y empobrecidos. Estaban trabajando en una fábrica extraña. Alrededor del edificio había seres con espíritus y seres vivos, pero ellos tenían diferentes tipos de medios de vida y condiciones particulares de la vida, eran tales que algunos eran herbívoros que vivían sólo de las plantas, mientras que otros eran piscívoros que no comían más que pescado.

Los dos hombres miraron la escena. Luego vieron a la distancia que había miles de palacios adornados y castillos elevados. Entre los palacios había talleres espaciosos y plazas amplias. Por la distancia o la deficiencia de la vista de los hombres, o porque ellos mismos estaban escondidos, los habitantes de los palacios no eran visibles a los dos hombres. Además, las condiciones en este edificio desdichado no se veían en los palacios. Como consecuencia, el campesino tosco, que nunca antes había visto una ciudad, las condiciones de la vida aquí no existían allí, declaró: “Esos palacios no tienen habitantes, están vacíos, no hay seres con espíritus en ellos”, pronunciando tonterías, los delirios del salvajismo más ignorantes y confusos. A lo que el segundo hombre respondió:

“¡Oh, tú, hombre miserable! Este edificio pequeño e insignificante que ves aquí ha sido llenado con seres dotados de espíritus, con trabajadores, y hay alguien que continuamente los emplea y los reemplaza. Mira, no hay espacios vacíos alrededor de esta fábrica, se ha llenado con seres vivos y seres con espíritu. ¿Crees que es posible que no hubiera habitantes de alto rango y adecuados en esa ciudad ordenada, en esos palacios adornados sabiamente tan llenos de arte que podemos ver a la distancia? Por supuesto que están llenos; las diferentes condiciones de vida allí son apropiadas para aquellos que viven allí. En lugar de pasto, comen postres, y, en lugar de pescado, tortas. Que no sean visibles para ti por la distancia, o tu visión débil, o porque se estén ocultando, puede ser una prueba de que de ninguna manera están allí”. El hecho de que una cosa no se vea no indica que no existe.

Como lo indica la comparación anterior, el hecho de que el globo terráqueo sea el hogar de esta infinita cantidad de seres dotados con conciencia y espíritu, a pesar de su insignificancia y densidad entre los cuerpos y planetas, e incluso sus particulares más burdos y podridos que se vuelven masas de micro-organismos cuando dejan de ser fuentes de vida, necesaria, demostrativa; decisivamente indica, atestigua y proclama que el espacio infinito y los cielos majestuosos con sus constelaciones y estrellas están llenas de seres animados, conscientes y con espíritus. La Ilustre Sharía de Muhammad (PyB) y el Corán de Milagrosa Exposición llaman a estos seres, que están creados de fuego, oscuridad, aire, voz, olor, palabras, éter, luz e incluso de electricidad, y de otras materias sutiles que fluyen, “Los ángeles, los genios y los seres espirituales”. Existen distintos tipos de ángeles, tal como hay diferentes tipos de seres corpóreos. Por cierto, el ángel que está asignado a una gotita de lluvia no será del mismo tipo que el ángel asignado al sol. También hay una gran variedad de tipos de genios y de seres espirituales.

LA CONCLUSIÓN DE ESTE PUNTO FUNDAMENTAL:

Como se puede establecer empíricamente, la materia no es esencial para que la existencia pueda estar sujeta a ella, y dependa de ella. Más bien, la materia subsiste a través de un significado, y ese significado es la vida, es el espíritu.

También, como se puede establecer a través de la observación, la materia no es la cosa servida para que todo se le adjudique a ella. Es más bien el siervo; presta servicio al proceso de la perfección de una verdad. Y ésta es la vida. Y el fundamento de esa verdad es el espíritu.

También, como es evidente, la materia no es dominante para que se recurra a ella, ni es las perfecciones que se buscan de ella. Más bien, está dominada; considera el decreto de algún fundamento, está en movimiento en el modo en que el decreto dicta. Y ese fundamento es la vida, es el espíritu, es la conciencia.

También, como es evidente, la materia no es el meollo, no es el fundamento, no es una morada establecida para que los eventos y las perfecciones se puedan fijar a ello o se puedan construir sobre ello. Más bien, es un caparazón preparado para ser separado, rasgado, disuelto; es una cáscara, es espuma, es una forma.

Considera lo siguiente: un ser tan diminuto que sólo se puede ver con un microscopio tiene sentidos tan agudos que puede escuchar la voz de su amigo, y ver su sustento; tiene sentidos extremadamente sensibles y afilados. Esto demuestra que los efectos de la vida crecen y la luz del espíritu se intensifica en proporción a la reducción y refinación de la materia. Es como si la materia cuanto más se refina y más se distancia de nuestras existencias materiales, más cerca está del mundo del espíritu, el mundo de la vida, y el mundo de la conciencia; y más intensamente se manifiestan el calor del espíritu y la luz de la vida.

¿Es acaso posible entonces que hubiera todas estas fuentes de vida, conciencia y espíritu dentro del velo de la materialidad, y que el mundo interno que está más allá de este velo no estuviera lleno de seres concientes y seres con espíritus? ¿Es acaso posible que las fuentes de estos innumerables frutos y destellos, y frutos de significado, espíritu, vida y la verdad evidente en esta existencia material en el Mundo Manifiesto les fueran atribuidas sólo a la materia y al movimiento de la materia, y que se explique con ello? ¡Allah no lo permita! ¡Absolutamente no! Estas fuentes y destellos demuestran que este mundo material y manifiesto no es más que un velo de encaje esparcido sobre los mundos internos y espirituales.