RAYO CATORCE

A los Jueces de la Corte de Apelaciones

[Nuevamente no me permitieron hablar en la sesión que se llevó a cabo para debatir la posible anulación por parte de la Corte de Apelaciones de la decisión injusta de la Corte de Afyon en relación a nosotros. Nos hicieron escuchar la tercera acusación severa. Tampoco permitieron que nadie venga a ayudarme a escribir. A pesar de mi pobre escritura y de estar enfermo, estoy presentando este reclamo ante vuestra Corte – que ha actuado con justicia hacia nosotros dos veces anteriormente – como un complemento de mi petición en relación a la apelación.]

بِاسْمِهِ سُبْحَانَهُ

Una petición ante el Tribunal Supremo de la Resurrección; y un reclamo ante la Corte Divina; la Corte de Apelaciones actual también debería escuchar tanto como las futuras generaciones y los futuros maestros y estudiantes iluminados de las universidades. De los cientos de tormentos y calamidades que he sufrido durante estos veintitrés años, establezco diez ante la corte de justicia del Soberano Glorioso junto con mis reclamos.

El Primero: A pesar de mis faltas, he dedicado mi vida a la felicidad de esta nación y a salvar su fe religiosa. Diciendo, deja que mi cabeza también se sacrifique por una verdad, es decir, la verdad del Corán, por la que millones de cabezas heroicas se han sacrificado, trabajé con Risale-i Nur con toda mi fuerza. Por la ayuda Divina, persistí frente a todos los crueles tormentos. No me retiré.

Por ejemplo: Una instancia del trato excesivamente cruel que he recibido durante mi juicio y encarcelamiento en Afyon: a pesar de que tres veces, y que cada vez por casi dos horas, me forzaron a mí y a los inocentes estudiantes de Risale-i Nur, que estaban esperando consuelo por parte de la justicia, a escuchar las acusaciones maliciosas y difamatorias, no nos permitieron más de un minuto o dos para defender nuestros derechos, a pesar de mis reiterados pedidos de cinco o diez minutos.

Me mantuvieron durante veinte meses en total aislamiento, con sólo uno o dos de mis amigos que les permitían visitarme por tres o cuatro horas. Para sólo una pequeña parte de mis discursos de defensa tuve a alguien que me ayudara a escribir. Luego los prohibieron a ellos también, y los castigaron con una excesiva brutalidad. Nos obligaron a escuchar la acusación prejuiciosa del fiscal, que era como agua juntada de mil vertientes, y que demostré que contenía ochenta y un errores en quince páginas que surgían de los significados retorcidos y de las calumnias e injurias. No me permitieron hablar. Si me hubieran permitido, hubiera dicho:

A pesar de ser un requisito de la libertad de pensamiento y la libertad de conciencia, ustedes no interfieren con los judíos, cristianos y zoroastrianos, y en particular ahora con los anarquistas, apostatas, y simuladores, que se esconden detrás de la pantalla del comunismo, que niegan vuestra religión, e insultan a vuestros antepasados acusándolos de extravío, y no aceptan a vuestro Profeta (PyB) ni las leyes del Corán; y, a pesar de que a través de la instrucción del Corán millones de musulmanes en las tierras y bajo el gobierno de un estado cristiano intolerante e imperioso como el de Gran Bretaña, rechazan todas, la falsa fe y las reglas infieles de los ingleses, sus cortes no interfieren con ellos; y a pesar de que los opositores de todos los gobiernos abiertamente publican sus ideas sin que esos gobiernos los molesten; y, a pesar de que tanto las autoridades de Esparta y la Corte de Denizli como la Corte Criminal de Ankara y el Directorio de Asuntos Religiosos, y la Corte de Apelaciones dos veces, no, tres veces, han inspeccionado todos estos cuarenta años de mi vida, y mis ciento treinta tratados, y mis más privados tratados y cartas, y tuvieron en sus manos durante dos o tres años todas las copias de Risale-i Nur, las confidenciales y las otras, aún así no pudieron mostrar un solo asunto que requiera el más mínimo castigo; y a pesar de que estoy extremadamente débil, oprimido, derrotado y estoy soportando las condiciones más duras, nuestra inocencia se ha demostrado por las colecciones de Risale-i Nur que ustedes tienen, así como también nuestra defensa de cuatrocientas páginas, que han demostrado ser una guía muy poderosa, sana y veraz para doscientos mil estudiantes verdaderos y devotos que benefician a este país, a esta nación y a la seguridad pública; a pesar de todo esto, ¿bajo qué ley, qué conciencia, qué bien, qué crimen nos imputan y con desprecio nos dan las sentencias más duras y el confinamiento solitario más severo? Por cierto que ustedes serán cuestionados sobre esto el Día del Juicio Final.

El Segundo: Una razón que presentan para castigarme fue mi exposición de las aleyas explícitas del Corán sobre el velo, la herencia, la recitación de los Nombres Divinos y la poligamia escritas para silenciar a quienes las objetan en nombre de la civilización.

Hace quince años escribí lo siguiente para la Corte de Eskishehir y la Corte de Apelaciones, que también se incluyó en la decisión de la corte. Repito esta parte como un reclamo ante el Tribunal Supremo del Último Juicio, y como una advertencia para los maestros iluminados del futuro, y junto con Elhüccetü’z-Zehrâ (La Prueba Brillante) como una especie de agregado a nuestra petición ante la Corte de Apelaciones, que dos veces ha actuado con justicia en nuestra absolución y ha escuchado mi grito de justicia, y ante el comité de jueces que no me permitieron hablar y debido a la acusación maliciosa que demostré que contenía ochenta errores, me condenó a dos años de trabajo forzado y confinamiento solitario junto con dos años más de exilio a cualquier otra parte bajo estricta vigilancia:

Digo esto que si hay alguna justicia sobre la faz de la tierra, la Corte de Apelaciones anulará esta decisión que condena a alguien que expuso aleyas Coránicas que en cada siglo por mil trescientos cincuenta años han actuado como sagradas, los principios Divinos verdaderos en la vida social de los trescientos cincuenta mil comentarios Coránicos y siguiendo la fe de nuestros ancestros por mil trescientos años. ¿No es una negación del Islam y una traición a nuestros millones de ancestros religiosos y heroicos condenar, porque expuso esas aleyas, a alguien que según la razón y el aprendizaje no acepta ciertas leyes europeas aplicadas temporalmente debido a ciertos requisitos de las épocas y de quien ha renunciado a la política y se ha retirado de la vida social, y no es insultar a millones de comentarios Coránicos?

El Tercero: Una razón que citaron para mi condena fue poner en peligro la seguridad y perturbar el orden público. Presentando la posibilidad más remota, una en cien o incluso en mil, en lugar de los eventos reales, y poniendo los significados equivocados en cuarenta o cincuenta palabras de algunos tratados confidenciales y algunas cartas privadas de las cien mil palabras y oraciones de Risale-i Nur, presentan como evidencia, y acusándonos quieren que nos castiguen.

Llamando como testigos a quienes han conocido mi vida durante estos treinta a cuarenta años y los miles de estudiantes ‘principales’ de Risale-i Nur, digo: acusar de perturbar el orden público a alguien que, – en una época el comandante de las fuerzas de ocupación británicas en Estambul sembraban discordia entre los musulmanes, incluso engañando al Sheik al-Islam y a algunos hombres líderes de la religión e incitando al Comité de la Unión y el Progreso y la Libertad y al Partido del Acuerdo a luchar entre sí, así preparando el camino para la victoria griega y la derrota del Movimiento Nacional – frustró ese plan insidioso del comandante al imprimir y publicar con los esfuerzos de Eshref Edib su trabajo Hutuvat-i Sitte (Los Seis Pasos) contra los británicos y los griegos, sin retirarse ni siquiera frente a la amenaza de la ejecución; que no huyó a Ankara ni siquiera cuando lo convocaron por el mencionado servicio por los líderes de allí; que no le dio ninguna importancia cuando fue un prisionero de guerra ante la orden del Comandante en Jefe ruso de ejecutarlo; que con un discurso durante el Incidente del Treinta y Uno de Marzo indujo a ocho regimientos a obedecer a sus oficiales; y en la Corte Militar, sin importar la amenaza de ejecución dijo, en respuesta a la pregunta del jefe de los pashas: “¿Tú también eres reaccionario, tú también querías la Sharía?”, “Si el constitucionalismo consiste del despotismo de un partido, entonces que todos los seres humanos y genios sean testigos de que yo soy un reaccionario y estoy listo para sacrificar mi propia alma por un solo asunto de la Sharía”, provocando que esos oficiales de alto rango lo aprecien y lo admiren, y, mientras esperaba su ejecución, decidieron absolverlo y luego liberarlo, él no les agradeció, pero cuando se iba, gritó: “¡Que viva el Infierno para todos los tiranos!”; y como está escrito en la decisión de la Corte de Afyon, cuando Mustafa Kemal le dijo enojado en la oficina del Vocero de la Asamblea: “Lo hemos convocado aquí para que nos diga sus ideas elevadas, pero usted vino y escribió algunas cosas sobre las cinco oraciones diarias y sembró el conflicto entre nosotros”, respondió: “Después de la fe, las oraciones obligatorias son la cuestión más elevada. Quienes no realizan las oraciones son traidores, y los pronunciamientos de los traidores serán rechazados”; que dijo esto en presencia de cuarenta o cincuenta diputados, y obligó a ese temible comandante a tragarse su enojo y a dar una especie de disculpa; y en relación a quien no se ha registrado ni un solo asunto por la policía ni las autoridades de seis provincias en conexión a perturbar el orden público; y entre cuyos cientos de miles de estudiantes no se atestiguó ni el más mínimo incidente (aparte del incidente insignificante relacionado a la justa defensa en la que un estudiante sin importancia se vio involucrado); en conexión a ninguno de cuyos estudiantes se ha sabido de algún crimen; y en cualquier prisión a donde fuera enviado, reformó a los otros prisioneros; y como lo atestiguan estos veintitrés años de su vida y tres autoridades provinciales y tres cortes que lo absolvieron y cien mil de sus estudiantes, que saben el valor de Risale-i Nur, lo afirman verbalmente y con sus actos, a pesar de que cientos de miles de copias de ella se distribuyen por todo el país, Risale-i Nur ha producido sólo beneficios y no ha causado ningún daño; y que es un recluso, soltero, extraño, anciano, pobre y se ve a sí mismo en la puerta de la tumba; y que con toda su fuerza ha renunciado a las cosas transitorias, y ha buscado caminos de expiar sus pecados anteriores y de hacer su vida eterna, y no le da la más mínima importancia al rango mundanal, y que, para que no les suceda ningún daño a los inocentes y a los ancianos, por su compasión, no insulta a quienes lo atormentan y lo torturan; aquellos que dijeron de ese hombre: “Este viejo recluso perturba la paz y pone en peligro la seguridad pública; sus objetivos son las intrigas de este mundo, y su correspondencia es para este mundo, en cuyo caso él es culpable” y quienes lo condenaron a las condiciones tan severas son seguramente ellos mismos los culpables desde el suelo hasta los cielos, ¡y rendirán sus cuentas el Día del Juicio Final!

¿Se puede decir de un hombre que con un discurso indujo a ocho regimientos amotinados a obedecer a sus oficiales, y con un solo artículo persuadió a miles de personas a apoyarlo, y no tuvo miedo de enfrentar a los tres formidables comandantes mencionados anteriormente, y no los aduló, y en las cortes legales declaró: “Si tuviera la misma cantidad de cabezas que de pelos, y cada día me cortaran una, no me rendiría ante el ateísmo y el extravío ni traicionaría a mi país ni a mi nación ni al Islam; no inclinaría mi cabeza, que se ha dedicado al Corán, ante los tiranos”, y no tuvo relación con nadie en Emirdag más que cinco o diez hermanos del Más Allá y tres o cuatro siervos; se podría decir sobre ese hombre, como lo dice en la acusación: “Este Said trabajaba en secreto en Emirdag; envenenó las mentes de algunas personas dándoles la idea de perturbar la paz; veinte hombres se reunieron a su alrededor y escribieron cartas privadas elogiándolo, lo que demuestra que él estaba tramando una revuelta y estaba involucrado en la política encubierta en contra del gobierno”? Se los refiero a vuestra conciencia para comprender qué tan lejos de lo correcto, de la justicia y de la imparcialidad se han desviado quienes lo atormentan, con una animosidad y un odio sin precedentes, arrojándolo a la prisión por dos años, en confinamiento solitario y no permitiéndole hablar en la corte.

¿Es acaso posible que alguien que ha recibido la atención pública cien veces más de lo que le corresponde, y trajo a miles de hombres a la obediencia con un discurso, e incluyó a miles de personas a unirse a la Sociedad Ittihad-i Muhammedî con un artículo de periódico, e hizo que cincuenta mil personas escucharan con admiración su discurso en la Mezquita de Aya Sofía; que ese hombre deba trabajar durante tres años en Emirdag y engañar sólo a cinco o diez personas, y llenar su tumba, a la que se está acercando, con oscuridad innecesaria en vez de luz? ¿Es acaso posible que deba hacer esto? ¡Satanás mismo no podría hacer que nadie lo acepte!

El Cuarto es que citan que no llevo puesto el sombrero de ala como una razón importante para mi condena. No me permitieron hablar, si no, hubiera dicho esto a quienes intentaban castigarme: Permanecí como un huésped durante tres meses en la estación de policía de Kastamonu. En ningún momento me dijeron: “¡Póngase el sombrero de ala!” Y a pesar de que en tres cortes legales no me puse ese sombrero y no me quité mi propio sombrero, no interfirieron conmigo. Y bajo ese pretexto durante veintitrés años varios tiranos irreligiosos me han infligido una pena muy angustiante y severa extraoficialmente. Y los niños, las mujeres, los pueblerinos, los oficiales en sus oficinas y quienes visten la boina no están obligados a ponerse el sombrero. Y no hay ningún beneficio físico en llevarlo. Aún así, por sus mentiras y alegatos un recluso, como yo mismo, ha pagado una pena de veinte años por no ponerse el sombrero que todos los muyytahids y los Sheiks al-Islam han prohibido. Quienes intentan castigarme nuevamente por una costumbre sin sentido relacionada a la vestimenta; y con tanta fuerza, repetición e insistencia como para encontrarme culpable por mi vestimenta – a pesar de que dicen que hay libertad personal, comparan con ellos mismos a quienes beben raki en público en Ramadán durante el día y no realizan las oraciones obligatorias, y no los molestan – por cierto después de sufrir la extinción eterna de la muerte y el confinamiento solitario perpetuo de la tumba, en el Día del Juicio Final serán cuestionados en cuanto a su error.

El Quinto: Quienes han oído esta tercera acusación y visto el juicio que hemos publicado confirmarán que bajo pretextos con tanta solidez como el ala de una mosca, intentan confiscar algunos de los tratados de Risale-i Nur, que se alude favorablemente por treinta y tres aleyas Coránicas, se aplaudió por evliyas como el Imám Ali (que Allah lo exalte) y Gawth al-A’zam (que su misterio sea santificado), está confirmado por cien mil creyentes, y, en veinte años ha ganado un rango altamente beneficioso para esta nación y este país sin causar ningún daño. Incluso, haciendo un pretexto de dos páginas sobre dos explicaciones correctas de dos aleyas, que se escribieron hace mucho tiempo y se han cubierto de indultos, fue incluso el motivo por el que Zülfikâr de cuatrocientas páginas y Los Milagros de Muhammad (Mu’cizat-i Ahmediye) fueron confiscados, que ha fortalecido y salvado la fe de cien mil personas y es extremadamente beneficioso y valioso. Y ahora, dándole el significado equivocado a una o dos palabras de mil, intentan confiscar ese tratado infinitamente útil. En cuanto a nosotros, decimos:

لِكُلِّ مُصِيبَةٍ اِنَّا لِلّٰهِ وَاِنَّا اِلَيْهِ رَاجِعُونَ ٭ حَسْبُنَا اللّٰهُ وَنِعْمَ الْوَكِيلُ.

El Sexto: A quienes me consideran culpable de un crimen porque algunos de los estudiantes de Risale-I Nur han visto maravillosas pruebas de Risale-i Nur y se han beneficiado de sus enseñanzas irrefutables sobre la fe, que están al nivel de ‘conocimiento de la certeza’, y como estímulo, felicitaciones, aprecio y gratitud, me elogian en exceso y tienen una opinión de mí por demás favorable, digo esto: cuando un exiliado impotente, débil, casi analfabeto y solitario, sujeto a propaganda derogatoria designada a ahuyentar a la gente de mi lado, encontré para mí mismo algunas de las curas del Corán y sus verdades sagradas relacionadas a la fe que fueron un remedio perfecto para mis enfermedades. Entonces, concluyendo que también fueron sólo la medicina para esta nación y para los hijos de esta tierra, escribí esas verdades valiosas. Ya que tengo una forma de escribir muy pobre y necesité de asistentes, el favor Divino me envió ayudantes leales e incondicionales.

Si hubiera rechazado por completo sus buenas opiniones sobre mí y sus elogios sinceros y los hubiera ofendido reprendiéndolos hubiera sido como desprecio y hostilidad hacia esas Luces tomadas del tesoro del Corán. Pensando también que provocaría que esos asistentes firmes con sus plumas de diamantes me abandonaran, dirigí sus elogios y aplausos por mi persona en quiebra hacia Risale-i Nur, un milagro del Corán al que en verdad le corresponden los elogios, y a la personalidad colectiva de sus estudiantes líderes. Pero los ofendí de una manera al decir que me estaban dando una parte cien veces más grande de lo que me corresponde. ¿Podría alguna ley culpar a un hombre porque otros lo elogian a pesar de que él lo evita y no está feliz con ello? Porque esto es lo que están haciendo los oficiales, que actúan en nombre de la ley.

A pesar de que se escribió en cincuenta y cuatro páginas de la sentencia de la corte, que se escribió en nuestra contra pero que publicamos: “Esa gran persona al final de los tiempos será un descendiente del Profeta (PyB), y nosotros, los estudiantes de Risale-i Nur, podemos considerarnos como miembros espirituales de la Familia del Profeta sólo en significado. También, no puede haber ningún egoísmo de ninguna especie en el camino de Risale-i Nur, ni ningún deseo de posición y rango personal, ni fama ni renombre. Incluso si me ofrecieran un rango elevado espiritual, me sentiría obligado a rechazarlo para no dañar la sinceridad de Risale-i Nur”; y a pesar de que en las páginas veintidós y veintitrés se escribe: “Conociendo las faltas de uno y dándose cuenta de la pobreza y la impotencia de uno, y humildemente buscando refugio en la Corte Divina; con esa personalidad se que soy más desdichado, impotente y con faltas que cualquiera. Entonces, incluso si toda la gente me alabara y me elogiara, no podrían hacerme creer que soy alguien bueno, de un elevado rango espiritual y moral. Para no ahuyentarlos, no les diré las muchas enfermedades secretas y malas características de mi tercera y verdadera personalidad. Por Su gracia, Allah Todopoderoso emplea esta personalidad en los misterios del Corán como un soldado raso. El eterno agradecimiento sea para Allah. El alma es más baja de cualquier otra cosa, y la tarea, más elevada”; a pesar de que esto se escribió en la sentencia de la Corte, me encuentran culpable porque me llaman guía supremo debido a los halagos de otros, que de hecho se refieren a Risale-i Nur, y así merecen cumplir una pena impresionante debido al error.

El Séptimo: A pesar de que la Corte de Denizli y la Corte Criminal de Ankara y las Cortes de Apelaciones unánimemente nos absolvieron a nosotros y a todos los tratados de Risale-i Nur y nos los regresaron junto con nuestras cartas, y dijeron: “Incluso si la decisión de la Corte de Apelación de anular la decisión de la absolución de Denizli estuviera equivocada, ya que han sido determinantes, el caso no puede volver a la corte”, me enviaron a Emirdag, donde pasé tres años como recluso. Allí, mientras no había otra necesidad, hablé sólo con dos o tres aprendices de sastres que me ayudaban, y rara vez, por cinco o diez minutos con ciertas personas religiosas. No escribí cartas más que una vez por semana a un lugar como estímulo a Risale-i Nur, y escribí sólo tres cartas en tres años a mi hermano Mufti. Renuncié a escribir tratados, que había estado escribiendo por veinte a treinta años, excepto por dos puntos, veinte páginas de largo, que fueron útiles para la gente del Corán de y para la fe. Uno fue sobre la sabiduría de las repeticiones en el Corán, y el otro, sobre los ángeles; no escribí otro tratado. Solamente di permiso para que los tratados que las cortes me había devuelto se convirtieran en una gran colección, y ya que quinientas copias de El Signo Supremo, que se habían impreso en el alfabeto antiguo, la corte nos las habían regresado, y ya que las máquinas duplicadoras no estaban oficialmente prohibidas, les di permiso a mis hermanos para duplicarlos para que se pudieran publicar para el beneficio del mundo Islámico, y me ocupé de corregirlos. Por cierto no estuve involucrado en política de ninguna manera. Además, a pesar de que se me había dado permiso oficial para regresar a mi región natal, contrariamente a todos los otros exilios, acepté las dificultades del exilio para no verme involucrado en política y en el mundo, y no regresé. El trato que recibí durante estos últimos veinte meses demuestra que la persona que intenta en esta tercera acusación encontrar culpable a este hombre en base a acusaciones sin fundamentos, mentiras y malas interpretaciones está gobernada por dos temibles significados, que no mencionaré ahora. Lo que sí digo es esto: la tumba y el Infierno son suficientes, y lo refiero al Día del Juicio Final.

El Octavo: Ya que nos regresaron el Rayo Cinco después de estar durante dos años en manos de las Cortes de Denizli y de Ankara, se agregó al final de la gran colección llamada La Lámpara que Ilumina junto con mi defensa, que nos había conducido a la absolución en la Corte de Denizli. Por cierto, previamente lo habíamos considerado confidencial, pero ya que las cortes lo habían publicitado y nos lo regresaron después de absolvernos, permití su duplicación viendo que fue así inofensivo. El original del Rayo Cinco era sobre Hadices alegóricos y se escribió hace treinta o cuarenta años. Por cierto que algunos académicos de Hadices afirmaron que algunos de los Hadices que eran bien conocidos por la Umma eran ‘dudosos’, pero ya que fueron sus significados aparentes los que se habían objetado, esa parte se escribió sólo para salvar a los creyentes de dudar de ellos. Entonces ya que poco tiempo después algunas de sus maravillosas interpretaciones se volvieron claras para que todos las vean, la consideré como confidencial para que no se le de el significado equivocado. Luego muchas cortes la estudiaron detalladamente, y después de publicitarla, nos la regresaron. Entonces lo refiero a la conciencia de quienes nos han condenado arbitrariamente para ver qué tan lejos está de la justicia, lo correcto y la imparcialidad que ahora nuevamente nos encuentren culpables por ello. Y diciendo,

حَسْبُنَا اللّٰهُ وَنِعْمَ الْوَكِيلُ los refiero al Día del Juicio Final.

El Noveno: Es muy importante, pero ya que quienes nos condenaron han estudiado Risale-i Nur, no lo he escrito para no molestarlos.

El Décimo: Es poderoso e importante, pero nuevamente, para no ofenderlos, no lo he escrito por ahora.

 

Said Nursi, quien es mantenido en confinamiento solitario absoluto.

* * *

[Parte de una petición escrita durante el juicio de Eskishehir hace quince años y enviada al Gabinete.][1]

¡Ustedes, que “atan y sueltan”!

He sufrido una injusticia como rara vez se ha visto en el mundo. Permanecer en silencio ante semejante injusticia es faltarle el respecto al derecho. Me veo obligado en consecuencia a divulgar un hecho muy importante. Demostrar la falta que he cometido para que la ley exija mi ejecución o bien un encarcelamiento de ciento un años, o demostrar que estoy completamente loco, o bien darme la libertad absoluta para mí, para mis tratados y mis amigos, y cobrar nuestras pérdidas de quienes las han causado.

Sí, cada gobierno tiene una ley y un principio según el cual se dan los castigos. Si no hay nada en las leyes del Gobierno de la República que requiera la pena más severa para mí mismo y para mis amigos, deberían darnos la libertad absoluta, así como también una recompensa, una apreciación y una disculpa. Porque si mi servicio importante del Corán, que es claro y abierto, está en contra del Gobierno, debería recibir no una pena de un año de este modo y algunos de mis amigos, seis meses cada uno, deberían darme la pena de muerte o encarcelarme por ciento un años y quienes están apegados de todo corazón a mí y a mi trabajo deberían recibir las penas más severas. Pero si nuestro servicio no está en contra del Gobierno, no deberíamos recibir ni penas, ni cargos, ni encarcelamiento, sino apreciación y recompensas. Porque es un servicio cuya naturaleza puede entenderse a través de sus ciento veinte tratados, y al desafiar a los grandes filósofos de Europa y al derrocar sus principios. Por cierto, ese servicio efectivo producirá resultados horrendos dentro del país o bien arrojará frutos muy ventajosos, elevados y académicos. En cuyo caso, no me pueden dar una condena de un año por jugar un juego infantil de engaños, y por engañar a la opinión pública, y por ocultar las intrigas de los tiranos y sus mentiras sobre nosotros. Quienes son como yo, reciben la pena capital, con orgullo se trepan a la horca, o bien se quedan libres en la posición que merecen.

Sí, un ladrón astuto puede robar diamantes muy valiosos, entonces no se condenaría a sí mismo con la misma pena por robar un pedazo de vidrio que no vale nada. Ningún ladrón haría eso, por cierto, ningún ser conciente. Ese ladrón es astuto, no absolutamente estúpido de esa manera.

¡Señores! Según sus delirios, yo soy como ese ladrón. En lugar de vivir en reclusión en un pueblo pobre en uno de los distritos de Esparta durante nueve años y de ponerme en peligro a mí mismo y a mis tratados que son el objetivo de mi vida al volver en contra del Gobierno las ideas de cinco o diez desdichados ingenuos, que se les ha dado condenas muy leves junto conmigo, yo podría haber tenido una posición elevada tanto en Ankara como en Estambul como antes y haber manipulado a la gente hacia los objetivos que yo estaba siguiendo. Entonces no me hubieran condenado con tanta cobardía, sino que me hubiera involucrado en el mundo con el orgullo y la dignidad apropiados a mi camino y mi deber.

No digo esto por orgullo ni para fanfarronear, sino con vergüenza, para señalar los errores de quienes, recordando mis viejos auto-elogios y mi vieja hipocresía, quieren humillarme para que la posición que tengo carezca de toda importancia y no se pueda beneficiar de ella. Entonces les digo:

Como alguien que, como lo confirma su vieja defensa, que se publicó bajo el nombre de El Testimonio de Dos Escuelas de Desdichas, redujo a la obediencia con un discurso a ocho regimientos rebeldes durante el Incidente del Treinta y Uno de Marzo; y se informó en los periódicos de la época, con un artículo llamado Los Seis Pasos realizó el importante servicio de volver las ideas de los eruditos de Estambul en contra de los británicos y a favor del Movimiento Nacional; y dio un discurso ante miles en Aya Sofía, haciéndolos escucharlo; y fue bienvenido con un aplauso tumultuoso por la Asamblea y los diputados de Ankara y ciento sesenta y tres diputados le asignaron ciento cincuenta mil liras para su escuela religiosa y la universidad; y sin temblar le respondió con absoluta firmeza al Presidente enojado de la oficina del Vocero y lo invitó a realizar las oraciones obligatorias; y mientras que en la Darü’l-Hikmeti’l-Islamiye se consideró valioso por unanimidad por el Gobierno de Unión y Progreso la tarea de invitar efectivamente a los filósofos de Europa a aceptar la sabiduría Islámica; y Isharat al-I’jaz (Los Signos del Milagro), el trabajo que escribió en el frente durante la Guerra y ahora lo han confiscado, pareció tan valioso para Enver Pasha, que era el Comandante en Jefe de la época, que con un respeto demostrado por nadie más y la idea de compartir el bien y la gloria de ese recuerdo de la Guerra, que estaba apresurándose hacia el futuro, contribuyó con el papel para hacer imprimir el trabajo para que las proezas de su autor durante la Guerra se recuerden; ese hombre no descendería a deshonrar la dignidad de su aprendizaje, lo sagrado de su servicio y sus miles de amigos valiosos al contaminarse a sí mismo con un crimen menor como un ladrón de caballos, o como alguien que se escapa con su amada o un carterista para que lo puedan condenar a un año de cárcel y tratarlo como un ladrón de cabras y corderos. Preferiría la ejecución a sufrir bajo la persecución arbitraria de un detective malicioso o un policía común una condena de un año que ahora le han dado a la vez que lo tienen bajo supervisión por un año, después de haber sido atormentado por diez años sin razón con vigilancia opresiva; a pesar de que no podría soportar ser dominado por el Sultán. Si ese hombre se hubiera involucrado en el mundo y si hubiera albergado ese deseo y si su servicio sagrado lo hubiera permitido, él hubiera interferido en él diez veces más que en el Asunto Menemen y en la Revuelta del Sheik Said. El sonido retumbante de un cañón que se escucha en todo el mundo no hubiera subsistido al zumbido de una mosca.

Sí, hago el siguiente punto para la atención del Gobierno de la República: esta situación se ha provocado por las intrigas, las maquinaciones y la propaganda de la organización encubierta que me condujo a esta desdicha. La evidencia que la propaganda y el terror generalizado y que una conspiración se ha orquestado en nuestra contra de una manera nunca antes vista en ningún caso es esta: que a pesar de tener cien mil amigos, ninguno de ellos ha podido escribirme ninguna carta durante seis meses, o enviarme saludos, y el hecho de que debido al informe de conspiradores que están intentando engañar al Gobierno, se han llevado a cabo interrogaciones y búsquedas continuamente desde las provincias del este hasta las del oeste.

El plan que estos engañadores tramaron fue evidentemente organizar un ‘incidente’ que sería la causa para que miles como yo reciban las penas más duras. Sin embargo, el resultado fue una pena que recordó un incidente de hurtos leves perpetrados por la persona más común y corriente. De las ciento quince personas, a quince hombres inocentes se les dio una pena de cinco o seis meses. ¿Algún ser racional del mundo le pincharía la cola a un león feroz o a un dragón terrible con su espada de diamante brillantemente filosa, y hacerlo girar hacia sí mismo? Si su intención fuera autodefensa o el combate, usaría su espada en otro lugar.

Con vuestro iluso punto de vista, me concibieron como ese hombre, porque esa es la forma en que me han acusado y sentenciado. Si actúo de manera tan contraria a la conciencia y la razón, este gran país no se debería aterrorizar ni la opinión pública debería volverse en mi contra con propaganda política, deberían enviarme a un asilo mental como un loco común y corriente. Pero si soy alguien con la importancia que me dan, mi espada fiel no señalaría la cola del león o del dragón para hacer que lo ataquen, sino más bien él se defendería a sí mismo tanto como le fuera posible. Tal como voluntariamente he elegido la reclusión durante los últimos diez años, y habiendo soportado las dificultades más allá de lo humanamente tolerable, no he interferido de ninguna manera en los asuntos del gobierno, ni he querido interferir porque mi servicio sagrado me lo prohíbe.

¡Oh, ustedes que atan y sueltan! ¿Es acaso posible que en ciento veinte tratados de una persona que, como se escribió en los periódicos hace veinticinco años, con un artículo de periódico provocó que treinta mil personas acepten sus ideas, y llamó la atención de un enorme ‘Ejército de Operación’ hacia sí mismo, y respondió con seis palabras a las preguntas del jefe del clero de los británicos, que querían seiscientas, y dio un discurso después de la Revolución Constitucional como si fuera un líder diplomático; se encontraran sólo quince palabras relacionadas a la política y al mundo en ciento veinte tratados de ese hombre? ¿Es del todo razonable aceptar que este hombre siga la política y su objetivo en este mundo y que él esté causándole problemas al Gobierno? Si su mente se propusiera a mezclarse en política y en el Gobierno, esa persona hubiera dejado en claro en solo uno de sus tratados, y lo hubiera indicado en mil lugares. Si su propósito hubiera sido criticar con intenciones políticas, ¿no hubiera encontrado algo más para criticar que sólo una o dos reglas sobre el velo de las mujeres y la herencia, que por mucho tiempo han estado en vigencia?

Sí, los opositores con mente política de un régimen gobernante que ha promulgado reformas difíciles de alcanzar hubiera encontrado no esos uno o dos puntos para objetar sino cientos de miles. Como si las reformas del Gobierno de la República consistieran sólo de uno o dos asuntos menores. A pesar de que yo no tenía ninguna intención de criticarlo, por una o dos palabras en uno o dos de mis libros que había escrito mucho antes, decía: “Él está atacando al régimen gobernante y a sus reformas”. Entonces pregunto: ¿Debería todo el país ocuparse con un asunto académico que no exige la más mínima pena, de una manera para causar ansiedad?

Así, que a mí mismo y a cinco o diez de mis amigos nos dieran las sentencias más menores y triviales; y que todo el país esté intimidado por la propaganda política poderosa en nuestra contra y que los hacen odiarnos; y que a Sükrü Kaya, el Ministro del Interior, lo convoquen a Esparta con una fuerza significativa de soldados para realizar una tarea que un solo soldado raso podría realizar, es decir, para arrestarme; y que Ismet, el presidente del Gabinete, vaya a las provincias del este en esa conexión; y que por dos meses en prisión me hayan prohibido hablar con nadie; y que nadie me pregunte o me envíe saludos mientras estuve solo en este exilio; todo esto demuestra que es una situación sin sentido, inútil e ilegal como un árbol tan grande como una montaña que produjera un fruto del tamaño de una arveja. Viendo que ‘gobierno’ significa ‘gobernar con sabiduría’, no es algo con lo que cualquier gobierno se involucraría, en especial un gobierno legal como el Gobierno de la República, que adhiere más rigurosamente a la ley que a cualquier otra cosa.

Quiero que mis derechos dentro de los límites de la ley. Acuso de criminales a quienes actúan en contra de la ley en nombre de la ley. Las leyes del Gobierno de la República por cierto rechazan los actos arbitrarios de esos criminales. Tengo la esperanza de que mis derechos me sean restituidos.

 

Said Nursi

Un Ejemplo de la Veracidad de Risale-i Nur

 

[1] Se envió una petición al Gabinete hace quince años en relación a este mismo tema. Ahora, ya que ha resurgido, me veo obligado a enviarlo nuevamente a los departamentos del gobierno que correspondan.