CARTA DOS

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Carta Dos

بِاسْمِهِ سُبْحَانَهُ وَاِنْ مِنْ شَيْءٍ اِلاَّ يُسَبِّحُ بِحَمْدِهِ

[Parte de la carta escrita en respuesta a un regalo de su estudiante reconocido mencionado anteriormente.]

Tercero: ¡Me enviaste un regalo y quieres romper una de mis reglas extremadamente importantes! No digo: “No acepto regalos de tu parte del mismo modo que no los acepto de Abdülmecid ni de Abdurrahman, mi hermano y sobrino”, porque tú estás más avanzado que ellos y eres más cercano en espíritu, incluso si rechazara los regalos de todos, sólo una vez, el tuyo no será rechazado. Pero en relación a esto, te diré la razón de mi regla. Es así:

El Viejo Said nunca aceptó favores. Él prefería la muerte a verse obligado a la gente. Nunca rompió esa regla a pesar de sufrir grandes contratiempos y dificultades. Esta característica, que quedó como legado del Viejo Said para este desdichado hermano tuyo, no es ascetismo ni autosuficiencia artificial, sino que se basa en cuatro o cinco razones serias.

La Primera: Los extraviados acusan a los eruditos religiosos de hacer de su aprendizaje un medio de vida. Los atacan injustamente diciendo: “Hacen del conocimiento y de la religión un medio de vida para sí mismos”. Es necesario demostrar esto como falso por medio de la acción.

La Segunda: Somos responsables de seguir a los profetas al diseminar la verdad. En el Sabio Corán, quienes diseminan la verdad diciendo:

اِنْ اَجْرِىَ اِلاَّ عَلَى اللّٰهِ ٭ اِنْ اَجْرِىَ اِلاَّ عَلَى اللّٰهِ

mostraron independencia de la gente. La oración en la Sura Ya. Sin.:

اِتَّبِعُوا مَنْ لاَ يَسْئَلُكُمْ اَجْرًا وَهُمْ مُهْتَدُونَ

es muy significativa en cuanto a este asunto nuestro.

La Tercera: Como se explicó en la Palabra Uno, se debería dar en nombre de Allah y tomar en nombre de Allah. Mientras que la mayoría, ya sea el que da, es negligente y da en su propio nombre e implícitamente pone al otro en una obligación, o bien el que recibe es negligente ofrece agradecimiento y alabanzas que le corresponden al Verdadero Proveedor a las causas aparentes y cae un error.

La Cuarta: La confianza en Allah, la satisfacción y la frugalidad son un tesoro y una riqueza tan grande que no pueden intercambiarse por nada. No quiero aceptar cosas de la gente y cerrar esa tesorería y ese depósito inagotable. Ofrezco cientos de miles de agradecimientos al Glorioso Proveedor que desde mi infancia Él no me ha obligado a estar bajo obligaciones ni a ser humillado. Confiando en Su munificencia, busco Su misericordia para también poder pasar el resto de mi vida según esta regla.

La Quinta: Como resultado de muchos signos y experiencias de uno o dos años atrás he formado la firme convicción de que no se me permite recibir los bienes de la gente y, en particular, los regalos de los ricos y de los oficiales. Algunos me enferman… más bien, Allah hace que me enfermen y no me permite comerlos. A veces se convierten en una forma dañina. Esto significa que es en efecto una orden no recibir los bienes de los otros y es una prohibición recibirlos. Además, tengo una necesidad de soledad que no puedo recibir a todos todo el tiempo. Aceptar los regalos de la gente requiere considerar sus sentimientos y aceptarlos en ocasiones en que no lo deseo. Y eso no me gusta. Encuentro más agradable comer un pequeño pedazo de pan seco y vestir ropa remendada en cien lugares y salvarme de la artificialidad y la adulación. No me agrada comer un postre de la mejor calidad ni vestir ropa delicada en manos de los otros y verme obligado a considerar sus sentimientos.

La Sexta: La razón más importante para la autosuficiencia es lo que dice Ibn Hayar, el erudito más confiable de nuestra escuela de jurisprudencia: “Si no eres recto está prohibido aceptar algo que está intencionado para los rectos”.

Así, debido a la codicia y la ambición, la gente de esta época vende los regalos más pequeños a un precio muy elevado. Creen que un desdichado pecador como yo es recto o que es un evliya y le dan un pan. Si, Allah no lo permita, me considerara recto, es un signo de orgullo y señala ausencia de rectitud. Si no me considero recto, no está permitido aceptar esos bienes. Además, recibir limosnas y regalos a cambio de acciones dirigidas hacia el Más Allá significa consumir los frutos eternos del Más Allá en forma transitoria en este mundo.

اَلْبَاقِى هُوَ الْبَاقِى

Said Nursi

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