PALABRA CATORCE

Conclusión

بِسْمِ اللّٰهِ الرَّحْمٰنِ الرَّح۪يم ﱳ وَمَا الْحَيٰوةُ الدُّنْيَٓا اِلَّا مَتَاعُ الْغُرُورِ[1]

Bismillahir Rahmanir Rahim

“En el Nombre de Allah el Clemente y el Misericordioso”

 [Una palmada para el negligente y una lección de advertencia]

¡Oh mi alma desgraciada, hundida en la negligencia, que ve esta vida como dulce, que ha olvidado el Más Allá, y busca sólo este mundo! ¿Sabes a qué te pareces? ¡A un avestruz! Ve al cazador, pero no puede volar, mete la cabeza en la arena y entonces piensa que el cazador no la verá. Su cuerpo enorme está presente, y el cazador la ve. Sólo sus ojos están cerrados en la arena, y no puede verlo. ¡Oh alma mía, considera la siguiente comparación, y obsérvala!

Restringir nuestro punto de vista a este mundo transforma un gran placer en un dolor penoso. Por ejemplo, hay dos hombres en este pueblo, es decir en Barla. El noventa y nueve por ciento de los amigos de uno de ellos se ha ido a Estambul, donde viven de buen modo. Sólo uno ha permanecido aquí, y también irá allí. Por esta razón, el hombre piensa en Estambul; él quiere ir junto a sus amigos. Cuando le dicen de ir allí, él se ilusiona y se va felizmente.

En cuanto al segundo hombre, el noventa y nueve por ciento de sus amigos se han marchado de aquí. Pero unos han fallecido, y unos se han establecido donde no pueden ven, ni ser vistos. Él imagina que ellos se han marchado y han caído en la miseria completa. Este hombre desgraciado se hace amigo de un solo invitado para reemplazar a todos ellos porque quiere encontrar consuelo. A través de él quiere olvidar el dolor penoso de la separación.

¡Oh alma mía! Primero, el Más Querido por Allah, y luego todos tus amigos, están más allá de la tumba. Los uno o dos que permanecen aquí también se marcharán allí. Así que no tengas miedo de la muerte, ni estés ansioso por la tumba, ni apartes tu cabeza. Mira a la tumba con valentía y escucha lo que ella busca. Ríete en la cara de la muerte y ve lo que ella quiere. Ten precaución, no estés descuidado ni te parezcas al segundo hombre.

¡Oh alma mía! No digas, “los tiempos han cambiado, esta época es diferente, todos están sumergidos en este mundo y adoran esta vida. Todos están embriagados en la lucha por el sustento”. Ya que la muerte no se cambia. La separación no se transforma en la permanencia y no se hace diferente. La impotencia del ser humano y la pobreza no cambian, sino que aumentan. El viaje del ser humano no se acorta, se hace más rápido.

Y no digas, “Soy como cualquier otro”. Ya que sólo te ofrecen amistad hasta la tumba y el consuelo de estar junto a todos los demás en el desastre no tiene ningún significado más allá de la tumba.

Y no supongas que eres libre e independiente. Ya que si miras esta casa de huéspedes que es el mundo con el ojo de la sabiduría, verás que nada en absoluto carece de orden ni de objetivo. ¿Cómo puedes permanecer fuera del orden y no tener objetivo? Los acontecimientos en el mundo como los terremotos no son juegos de la casualidad. Por ejemplo, ves que las camisas están sumamente bien ordenadas y sutilmente bordadas, unas sobre otras y unas dentro de otras, como el vestido de la tierra, de las especies de animales y plantas, están embellecidas y adornadas de arriba a abajo con objetivos y casos de la sabiduría. Sabes que la tierra gira y es girada como un Mevleví extasiado en un orden perfecto dentro de los objetivos más exaltados. ¿Cómo es entonces, como publicó un ateo, que suponen que los acontecimientos corrompidos de la tierra, como el terremoto[2], que parece como si la tierra se sacudiera de encima el peso de ciertas formas de descuido que desaprueba de la humanidad, y en especial de los creyentes, no tienen un objetivo y son el resultado de la casualidad? ¿Cómo es que ellos muestran las pérdidas penosas de todos aquellos golpeados por no tener recompensa y no haberse ido sin motivo, y haberlos echado en una desesperación temible? Cometen un gran error y perpetran un gran mal.

En efecto, tales acontecimientos ocurren en el orden del Sabio y Compasivo, a fin de transformar la propiedad pasajera de los creyentes en el equivalente a una limosna, y hacerla permanente. Y son la expiación para los pecados que provienen de la ingratitud de las bendiciones.

Así como llegará el día en que esta tierra subyugada verá cómo los actos del ser humano, que son el adorno de su rostro, se corrompen por atribuirle copartícipes a Allah y no agradecer, y los encontrará horribles. A la orden del Creador, les limpiará la cara entera y lo dejará limpios. A la orden de Allah, arrojará al Infierno a quienes atribuyen copartícipes a Allah, y le dirá a quienes ofrecen gracias: “¡Vengan y entren en el Paraíso!”.

[1] Corán, 3:185

[2] Esto tiene relación con el terremoto de Esmirna.