PALABRA DIEZ

tan pequeño como una semilla? ¿Que Él hiciera ese propósito nada más que la vida de este mundo, algo menos valioso que un grano de mostaza? ¿Qué Él no hiciera de los seres semillas para el mundo del significado y la labranza para el reino del Más Allá, para que ellos sedan allí sus verdaderos y valiosos resultados? ¿Que Él permitiera semejantes alternancias significativas para permanecer sin un propósito, para que sean vacías y en vano? ¿Que Él no girara sus rostros hacia el mundo del significado y del Más Allá, para que ellos allí puedan revelar sus verdaderos propósitos y resultados apropiados?

Nuevamente, ¿es acaso posible que al hacer que las cosas conviertan su propia naturaleza Él presentara Sus propios Atributos veraces, Omnisciente, Generoso, Justo, Misericordioso, como si estuvieran caracterizados por sus opuestos, – ¡Que Allah no lo permita! – Él niegue las verdaderas esencias de todas esas cosas que indican Su sabiduría y generosidad, Su justicia y misericordia, que Él rechazara el testimonio de todos los seres, que Él negara las indicaciones hechas por todas las cosas con arte?

¿Puede la inteligencia de alguna manera aceptar que Allah le impusiera a la cabeza del ser humano y a sus sentidos tareas tan numerosas como los cabellos de su cabeza y le diera un pago mundanal por el valor de un pelo?  ¿Qué Él actúe sin sentido, de una manera contraria a Su verdadera justicia y opuesta a Su verdadera sabiduría?

Nuevamente, ¿es acaso posible que Allah Que prueba y demuestra por Sí mismo, ser el poseedor de absoluta sabiduría, al adjudicarle a cada ser vivo, o incluso a cada miembro como la lengua, por cierto a todo ser, instancias de Su sabiduría y fuentes de beneficios tan numerosos como los resultados y los frutos que Él le ha adjudicado a un árbol; es acaso posible que Él fallara en otorgar de Sí Mismo la más grande de todas las instancias de Su sabiduría, la más significativa de todas las fuentes de beneficio, el más necesario de todos los resultados, lo que hace Su sabiduría en sabiduría, Sus bendiciones en bendiciones, Su misericordia en misericordia, la fuente y objetivo de toda Su sabiduría, generosidad, misericordia y beneficencia; la eternidad, el encuentro con Él en el Más Allá y la dicha eterna? Si Él los abandonara, hundiría a todos Sus actos al más absoluto sinsentido y haría que Él mismo se pareciera a un ser que construyó un palacio, cada una de cuyas piedras contenía miles de diseños, en cada rincón del cual se encuentran miles de adornos, y en cada parte del cual se proveen miles de preciosos instrumentos domésticos y herramientas, pero fallara en construir un techo sobre él, para que todo se echara a perder y fuera destruido en vano. ¡No, de ninguna manera esto es posible! De la Bondad absoluta viene la bondad, y del Poseedor de una Belleza Absoluta viene la belleza. Entonces tampoco nada que carece de propósito puede surgir del Poseedor de Sabiduría Absoluta.

Quien sea que en su imaginación se embarque en el barco de la historia y parta hacia el pasado verá etapas, lugares, encuentros y mundos todos muertos, tan numerosos como los años, cada uno como el lugar de parada que es el mundo, el campo de prueba, la reunión de la creación, que ahora vemos. En forma y calidad, se diferencian entre sí, pero se parecen con respecto a su orden, su majestuosidad y la forma en que despliegan el poder y la sabiduría del Creador.

En esos lugares de parada temporarios, esos campos transitorios, esos encuentros efímeros, también verá las obras ordenadas de una sabiduría tan manifiesta, las indicaciones de una gracia tan evidente, los signos de una justicia tan imperiosa, los frutos de una altísima misericordia que sabrá con certeza – salvo que carezca totalmente percepción – que una sabiduría sumamente perfecta que aquella que él contempla es inconcebible, que una gracia más bella que aquellos signos de los que observa es imposible, que una justicia más gloriosa que aquellas indicaciones de las que ve no pueden existir, y una misericordia más abrasadora que aquellas frutas de las que ve, es inimaginable.

Si, suponiendo lo imposible, no hubiera moradas permanentes, mansiones elevadas, estaciones duraderas y moradas eternas, con sus residentes eternos, los felices siervos de Allah, en el reino de ese Eterno Monarca Que dispone de todos los asuntos, Que está constantemente cambiando al hospedaje y a sus internos; entonces sería necesario rechazar la verdadera esencia de la sabiduría, la justicia, la gracia y la compasión, aquellos cuatro poderosos y universales elementos espirituales que son  la luz, el aire, el agua y la tierra. Habría que negar su existencia, incluso cuando son tan evidentes como los elementos externos. Porque está claro que este mundo pasajero y sus contenidos no pueden ser una manifestación completa de su verdad.

Si no hay otro lugar, en alguna otra parte, donde pueden manifestarse por completo, entonces se vuelve necesario, con una locura como aquella de quien niega la existencia del sol incluso cuando ve su luz que llena el día; negar la gracia que podemos observar en nuestras propias almas y en la mayoría de las otras cosas; negar la justicia cuyos signos se evidencian con tanta fuerza[1]; y negar la compasión que vemos operando en todos partes. Por consiguiente, a la vez, debemos considerar como un bromista tonto, un tirano traicionero, del cual proceden todos los procesos sabios, las obras generosas y los regalos misericordiosos que percibimos en el universo. Que Allah no permita que esto sea así; es una inversión de la verdad totalmente imposible. Incluso los sofistas tontos, que negaron la existencia de todo e incluso la de ellos mismos, no contemplarían fácilmente semejante proposición.

En breve: Considerando la absoluta disparidad entre – por un lado – este estado de los asuntos que vemos junto con las fusiones universales de la vida y las separaciones rápidas de la muerte, las reuniones imponentes y las dispersiones rápidas, las revoluciones magníficas y las

[1] Existen dos variedades de justicia, una afirmativa y la otra negativa.

La variedad positiva consiste de dar y merecer su derecho. Esta forma de justicia existe a través del mundo de la forma más obvia, porque, como se demostró en la Tercera Verdad, otorga visiblemente, según un equilibrio especial y un criterio particular, todos los objetos de deseo requeridos por todo desde su Creador Glorioso con la lengua de la capacidad innata, el lenguaje de la necesidad natural, la impotencia. el discurso de la necesidad, y todos los requerimientos de la vida y la existencia. Esta variedad de justicia es, entonces, tan cierta como la vida y la existencia misma.

La otra variedad de justicia, la negativa, consiste en castigar a los injustos; les da su merecido a los que hacen el mal por medio de tormentos y castigo. Este tipo de justicia no está manifestada por completo en este mundo, a pesar de que hay si, innumerables signos e indicaciones que nos permiten sentir su verdadera naturaleza. Por ejemplo, todos los golpes de castigo y los latigazos punitivos que hemos descendido sobre toda la gente rebelde, desde el Ad y el Talmud hasta aquellos de esta época, demuestran definitivamente que una justicia exaltada domina el mundo.

grandes manifestaciones,  por el otro lado, las frutas insignificantes que vemos brevemente en este mundo trascendente, los propósitos temporarios e insignificantes de los seres que pertenecen a este mundo, concluimos que la inexistencia del Más Allá significaría atribuirle a una pequeña piedra propósitos sabios tan grandes como una montaña, y a una montaña enorme, un propósito tan insignificante como una pequeña roca. Ninguna inteligencia o sabiduría pueden encontrar esto como aceptable.

En otras palabras, esta falta de proporción entre los seres y estos asuntos por un lado, y sus propósitos que pertenecen a este mundo por el otro, demuestra con certeza que todos los seres han girado sus rostros hacia el mundo del significado. Es allí que ellos producirán sus frutos apropiados, y sus ojos están fijos en los Nombres Sagrados. Sus objetivos supremos pertenecen a ese mundo solamente. Mientras su sustancia está oculta debajo del suelo de este mundo, sus flores se harán visibles en el Mundo de las Similitudes. El ser humano siembra y es sembrado en este mundo, según su capacidad; se recoge la cosecha en el Más Allá.

Si ves al aspecto de las cosas que está girado hacia los Nombres Divinos y al Más Allá verás que cada semilla, un milagro de poder, tiene un objetivo tan vasto como un árbol. Cada flor, que es como una palabra de sabiduría Divina, tiene significados tan numerosos como las flores de un árbol, y cada fruta, una maravilla de la manufactura de Allah y un poema dictado por Su misericordia, tiene propósitos sabios tan numerosos como las flores de un árbol. En cuanto a la fruta que nos sirve de sustento, es meramente uno de aquellos muchos miles de propósitos sabios; cumple con su propósito, expresa sus significados, y muere, siendo enterrada en nuestro estómago[1]. Ya que estos seres trascendentes producen frutos eternos en otro lugar, dejan allí formas permanentes de ellos mismos, y expresan allí los significados eternos; ya que se comprometen en la glorificación incesante del Creador; y ya que el ser humano se convierte en ser humano al percibir estos aspectos de las cosas que están orientadas al Más Allá, encontrando así su camino a la eternidad por medio de lo trascendente; ya que todo esto es verdad, debe haber algún otro propósito para que todas estas cosas que recorren entre la vida y la muerte, que primero son reunidas y luego dispersadas.

No hay error en esta comparación: el estado de los asuntos mencionados anteriormente se parece a las circunstancias formadas y arregladas mediante la imitación y la representación. Las reuniones y dispersiones breves se arreglan con un gran gasto meramente para sacar fotos que de allí en más puedan mostrarse en un cine. Entonces, también una de las razones de nuestro pasaje a través de la vida individual y social en esta vida, por un breve período de tiempo, es para permitir que se tomen las fotos y que se formen las imágenes, para permitir que el resultado de nuestras obras se registren y se graben, para mostrarlas el día de la rendición de cuentas, para mostrarlas

[1]     Si se pregunta: “¿Por qué tus parábolas consisten principalmente de flores, semillas y frutas?”,

     nuestra respuesta es que son las más maravillosas, notables y delicadas de los milagros del poder de Allah. Además, ya que los naturalistas, los filósofos y los desviados han sido incapaces de leer los libretos sutiles escritos en ellas por la pluma del destino y del poder, se han atragantado con ellas y han caído al pantano de la naturaleza.

en una vasta reunión, y para producir el fruto de la felicidad suprema. El noble Hadiz del Profeta (PyB): “Este mundo es la labranza para el Más Allá”[1], indica este significado.

Ya que el mundo existe, y dentro de este mundo existen también la sabiduría, la gracia, la compasión y la justicia, con sus numerosas evidencias, con certeza el Más Allá también existe, tal como seguramente existe este mundo. Ya que un aspecto de todo en este mundo es girado hacia ese mundo y avanza hacia él, negar a ese mundo sería negar a este mundo con todo lo que él contiene.

Tal como al ser humano lo espera la hora asignada y la tumba, así también lo esperan el Paraíso y el Infierno, que esperan su llegada con ansiedad.

LA UNDÉCIMA VERDAD

La Puerta de la Humanidad, y la Manifestación del Nombre de Verdad 

¿Es acaso posible que Allah Todopoderoso, Quien es adorado por derecho, creara al ser humano dentro de la creación como el más significativo de todos Sus siervos con respecto a Su soberanía absoluta y con respecto a Su soberanía universal en todos Sus reinos; que Él hiciera al ser humano el recipiente más considerado de Su discurso glorioso, el espejo más universal de la manifestación de Sus Nombres; que Él lo creara como el milagro más hermoso de Su poder de la forma más bella, para recibir la manifestación del Nombre Más Grande, así como también esa calidad del Nombre Más Grande inherente a los otros Nombres, para que pueda evaluar y percibir los contenidos de Sus tesoros de misericordia; que Él lo hiciera un investigador de secretos equipados más que cualquier otro ser con balanzas e instrumentos; y que Él lo hiciera el más necesitado de todos los seres con respecto a Sus infinitos dones, el que más sufre de la aniquilación y el que más desea la inmortalidad; que Él lo haga el más delicado, el más pobre y más necesitado de los animales, el más desdichado, sujeto a dolor en su vida mundanal pero el más sublime en cuanto a su disposición, en la más elevada de las formas y caracteres; es acaso posible que Allah Todopoderoso hiciera todo esto con el ser humano y no lo enviara al Reino Eterno para el que está adaptado y calificado y al que tanto anhela? ¿Es posible que Él negara así toda la esencia de la humanidad, actuara de una manera totalmente contraria a Su propia veracidad, y realizara un acto de injusticia que el ojo de la verdad debe considerar horrible?

Nuevamente, ¿es acaso posible que Quien gobierna con justicia, Cuya misericordia es absoluta, le otorgue al ser humano tal disposición que acepte la Confianza Suprema, de la cual tanto los cielos como las montañas se encogieron, para medir y saber, con sus medidas y artesanías ligeras e insignificantes, los infinitos atributos,  las obras universales,  las manifestaciones infinitas del Creador; que Él lo creara como el más delicado, vulnerable, débil e impotente de los seres, y aún así confiarle la regulación de toda la vida vegetal y animal sobre la tierra. Hacerlo intervenir en sus modos de adoración y glorificación de Allah; que Él lo haga una representación en miniatura de Sus procesos cósmicos; que Él lo haga proclamar Sus soberanía gloriosa a todos los seres, de palabra y con acciones; que Él lo prefiera a los ángeles y le de el

[1] Al-Ajluni, Kashf al-Khafa’, i, 320.

 

rango de vicegerente; es acaso posible que Allah le otorgara todo esto al ser humano y no le diera dicha eterna, el propósito, resultado y fruto de todas estas tareas? ¿Que Él no lo lanzara a un nivel bajo, como el más desdichado, desafortunado, humillado y sufrido de todos Sus seres; o que Él hiciera de la inteligencia un don de Su propia sabiduría y una herramienta bendecida y luminosa para obtener la felicidad, una herramienta de tormento desfavorable y sombría para ese desdichado, así actuando en total contradicción a Su excelsa sabiduría  en proporción a Su misericordia absoluta? ¡No, de ninguna manera es posible!

En breve: Tal como vimos al observar la identidad de los documentos de un oficial en nuestra comparación que su rango, tarea, salario, instrucción y equipamiento demuestran que él existe, no por algún campo de batalla temporario, sino que procede de algún reino permanente, para el cual él está haciendo un gran esfuerzo, así también aquellos a quienes la verdad y la certeza les ha sido revelada están de acuerdo unánimemente en que las sutilezas inscriptas en el libro del corazón del ser humano, los sentidos escritos en el cuaderno de su intelecto, el equipamiento contenido en su carácter esencial, todos se dirigen hacia la Dicha Eterna; se les dio a los seres humanos y se diseñaron según este objetivo supremo.

Por ejemplo, si a un siervo e ilustrador del intelecto llamado “el poder imaginativo” le dijeran: “puedes tener un millón de años de vida y gobernar sobre el mundo, pero al final te convertirás en la nada”, reaccionaría con pena en lugar de placer, salvo que se engañe con una fantasía vanidosa y la interferencia del alma. Lo más grande de las cosas trascendentales no puede, entonces, satisfacer la facultad más pequeña del ser humano. 

Es, entonces, esta disposición del ser humano – sus deseos de extenderse hasta la eternidad, sus ideas de abarcar toda la creación y sus deseos que comprenden las distintas variedades de la dicha eterna – que demuestra que ha sido creado para la eternidad y por cierto procederá hacia la eternidad. Este mundo es como un hospedaje para él, una sala de espera para el Más Allá.

DUODÉCIMA VERDAD 

La Puerta de la Misión Profética y la Revelación, y la Manifestación de Bismillahi Rahmani Rahim”

¿Es acaso posible que las dudas errantes, no más fuertes que el ala de una mosca, puedan cerrar el camino hacia el Más Allá y la puerta del Paraíso que definitivamente ha sido abierta por el Más Noble Mensajero (PyB), con todo su poder, confiando en el poder de sus miles de milagros certificados así como también las miles de aleyas decisivas del Sabio Corán, un libro milagroso de cuarenta maneras diferentes; ese Mensajero cuyas palabras están confirmadas por todos los otros profetas, basados en sus propios milagros, cuyo reclamo está confirmado por todos los evliyas, basados en sus descubrimientos verdaderos y keramets, y sobre la cuya veracidad todos los eruditos purificados atestiguan, basados en sus investigaciones de verdad?

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De las mencionadas verdades se desprende que la resurrección es una verdad tan arraigada, que ni siquiera un poder capaz de levantar el globo terráqueo, romperlo y echarlo hacia un lado, podría sacudirla. Porque Allah Todopoderoso afirma esta verdad Él mismo según el significado de Sus Nombres y atributos; Su Noble Mensajero lo confirma con todos sus milagros y evidencias; el Sabio Corán lo establece con todas sus verdades y aleyas; y el cosmos mismo lo atestigua con todos los signos de la creación que contiene y todos los procesos sabios que suceden en él.

¿Es acaso posible que el Ser Necesario se uniera con toda Su creación (exceptuando sólo a los incrédulos) en este tema de la resurrección, y que las dudas más débiles que un pelo y las insinuaciones satánicas sacudieran y arrancaran de raíz aquella verdad exaltada y arraigada con firmeza que se parece a una montaña? ¡No, de ninguna manera!

 Cuidado, no creas que las pruebas de la resurrección se limitan a las Doce Verdades que hemos mencionado. Sólo el Sabio Corán, que nos instruyó en estas Doce Verdades, indica miles de otros aspectos de este tema también, y cada aspecto es un signo de que nuestro Creador nos transferirá de este reino transitorio a uno eterno.

Nuevamente, no creas que los Nombres Divinos que requieren de la existencia de la resurrección son sólo aquellos que hemos tratado aquí: Sabio, Generoso, Misericordioso, Justo, Preservador. Por el contrario, todos los Nombres Divinos manifiestos en el orden del cosmos requiere de la existencia de la resurrección, por cierto que lo hacen imperativo.

No creas tampoco que los signos de la creación que indican la resurrección están confinados a aquellos que hemos mencionado anteriormente. Por el contrario, en la mayoría de los seres, existen diferentes aspectos y cualidades que son como cortinas que se abren a la derecha y a la izquierda: un aspecto atestigua al Creador,  el otro aspecto indica la resurrección.

Por ejemplo, la belleza de ser un ser humano, diseñado como está de la forma más justa, demuestra la existencia del Creador, mientras que al mismo tiempo el hecho de que junto con sus múltiples habilidades, alojadas de esa forma tan justa,  declina y se muere; demuestra la existencia de la resurrección. A veces, si uno observa al mismo aspecto de dos formas diferentes, uno ve que demuestra la existencia tanto del Creador como de la resurrección.

Por ejemplo, si uno observa el orden sabio, el equilibrio justo, el adorno lleno de gracia y el favor misericordioso inherente en la mayoría de las cosas, se ven para demostrar que proceden de la mano poderosa del Creador Sabio, Generoso, Justo y Misericordioso. Así también, si uno observa la vida breve e insignificante de los seres transitorios que son las manifestaciones de estas cualidades, a pesar de su poder e infinitud, el Más Allá se aparece ante nosotros. En otras palabras, todas las cosas recitan en silencio y hacen que otros reciten:

اٰمَنْتُ بِاللّٰهِ وَ بِالْيَوْمِ اْلٰاخِرِ  “Creo en Allah y en el Último Día”.

 

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